Difícil decisión para la familia de Julio Bernal
Eran las once de la noche, Julio Bernal sintió cansancio y se acostó a dormir. Cerró sus ojos y la vida le cambiaría para siempre.
Él dormía cuando una parada cardiorrespiratoria lo llevó al hospital Gustavo Domínguez, de Santo Domingo.
A dicha casa de salud llegó sin signos de vida, pero los médicos lo ingresaron para reanimarlo.
Casi todos se habían resignado, Julio Bernal estuvo muerto 55 minutos, hasta ya habían registrado la fecha de defunción.
Pero cuando otro de los médicos lo vio, pasó algo que cambió su historia y la vida de toda su familia.
“Fue una práctica poco común”, cuenta su hermana Amanda.
Aquel doctor le detectó vida en la pupila izquierda y se dieron cuenta que apenas tenía leves latidos del corazón.
Eso llevó a hacer más esfuerzos hasta que lograron estabilizarlo. Julio estaba vivo, pero en un estado de muerte cerebral.
Este episodio que marcó a la familia Bernal ocurrió el 30 de marzo de 2014. Han pasado casi diez años.
Poco antes de eso, Julio se despidió de su madre y hermanos, a los que había ido a visitar, dijo que quería ir a casa porque sintió algo de cansancio.
Fue la última vez que todos vieron al Julio de antes, el que siempre reía, al deportista, el trabajador.
Aquel ataque cardíaco le causó un daño cerebral severo, una encefalopatía anóxica, que lo tiene postrado.
En ese entonces él tenía 30 años. Es el penúltimo de cinco hermanos y era técnico de ventas en una empresa agrícola. Tenía una novia, con quien llevaba algunos años viviendo juntos.
Han pasado nueve años y siete meses y Julio no puede moverse, no habla y debe recibir comida por una sonda.
Él está ‘muerto en vida’.
Luego de su reanimación, cuenta su hermana Amanda, fue derivado a Quito, donde permaneció cinco meses.
Dentro del diagnóstico le determinaron el 98 por ciento de discapacidad física y pérdida de conciencia, sólo mantiene sus reflejos.
El médico, antes de enviarlo a casa, les recomendó que lo llevaran a donde él vivió sus últimos cinco años, donde su pareja.
Hace tres años lo llevaron a casa, debieron adecuarle una habitación en la parte de la lavandería, donde recibe todos sus cuidados.
Se alimenta con sonda gástrica, respira un 30 por ciento por su propia capacidad y el 70 por ciento es inducida.
Necesita cuidados las 24 horas, deben moverlo 30 veces al día.
Por eso su familia ha tenido que multiplicar esfuerzos. Los gastos son considerables, superan los dos mil dólares mensuales.
Ellos deben costear pañales, protectores de la cama, suplementos alimenticios, la comida (proteína en su mayoría), 12 huevos diarios para mantener su masa muscular.
El padecimiento de Julio es también el de su familia.
Margarita Jarrín es su mamá, a sus 72 años está de pie y firme por su hijo. Ella necesita de una cirugía por un inconveniente de salud, pero cada vez lo posterga.
“Si me opero ya no podré hacer fuerza, entonces cómo lo cuido”, expresa, lamentando la mujer, mientras le da de comer a Julio.
Junto a la cama de él hay otra, es para quien se quede ‘de turno’. Margarita está día, noche y hasta madrugadas velando por el cuarto de sus cinco hijos.
“Mi hermano no merece esta agonía, son casi diez años de sufrimiento que ha cambiado la vida de toda la familia. Ya queremos que mi hermano descanse”, dijo Amanda.
Ella se refiere a un tema del que muchos prefieren no hablar: la eutanasia.
La familia ya lo habló y tienen una decisión. Fue la más difícil de sus vidas.
Si bien esto surgió desde hace cuatro años, el reciente 31 de octubre se enteraron del caso de Paola Roldán y se sumaron a la causa.
Roldán es una mujer quien padece una enfermedad denominada rara, la esclerosis lateral amiotrófica.
Ella presentó una demanda de inconstitucionalidad de un artículo del Código Orgánico Integral Penal (COIP) para despenalizar la eutanasia en el país.
Es así que Amanda decidió participar en el caso de Roldán, en calidad de amicus curiae (permite la intervención de terceros ajenos a un proceso) para exponer el caso de su hermano.
Para ello presentaron ante la Corte Constitucional el expediente con 70 hojas, que reúne la historia clínica de Julio Bernal y la justificación de Amanda para ser parte de la audiencia en el caso de Roldán.
La diligencia pública se desarrollará el lunes 20 de noviembre, a las 15h00.
”Quizás la gente nos pueda juzgar, pero la agonía de mi hermano nos duele”, expresó Amanda.
La eutanasia hace referencia al acto de acabar con la vida de otra persona a petición suya, con el fin de minimizar el sufrimiento.