El llanto es el principal mecanismo de comunicación en los recién nacidos y lactantes, y aunque puede generar preocupación en madres y padres, sus causas son frecuentemente fisiológicas o emocionales. Según expertos en pediatría, existen tres razones principales por las que un bebé puede llorar: hambre, incomodidad física o necesidad de contacto. Conocer estas causas permite brindar un cuidado más eficaz y oportuno.
Diversos estudios en neonatología y salud infantil señalan que entender los patrones de llanto en bebés ayuda a detectar signos de necesidades básicas, contribuyendo al bienestar general del menor y a reducir la ansiedad de los cuidadores.
Hambre: la causa más común de llanto
El hambre es una de las razones más frecuentes por las que un bebé llora. Los especialistas del Hospital de Niños de Boston indican que los recién nacidos pueden requerir alimentación cada 2 a 3 horas, y no reconocer este ritmo puede derivar en episodios de llanto prolongado.
Señales como movimientos de succión, búsqueda del pecho o actividad bucal aumentada suelen preceder al llanto por hambre. Responder a tiempo a estos indicadores puede prevenir el llanto excesivo y mejorar los patrones de alimentación.
Además, en bebés menores de 6 meses, la leche materna o fórmula infantil es el único alimento necesario y debe administrarse en intervalos regulares.
Incomodidad física o necesidades fisiológicas del bebé
Otra causa común de llanto en bebés es la incomodidad. Esto incluye desde pañales sucios, temperatura corporal inadecuada o ropa ajustada, hasta síntomas de malestar digestivo como gases o cólicos.
Los pediatras recomiendan revisar estos factores ante cualquier episodio de llanto persistente. En particular, los cólicos del lactante suelen presentarse entre la segunda semana y el tercer mes de vida, caracterizados por llanto intenso, flexión de piernas y tensión abdominal.
El llanto causado por incomodidad puede reducirse manteniendo al bebé en un entorno higiénico, cómodo y con temperatura adecuada, así como empleando técnicas de masaje o movimientos suaves para aliviar el malestar.
Necesidad de contacto o consuelo emocional
La necesidad de contacto físico y consuelo emocional también puede generar llanto en los bebés, especialmente durante los primeros meses de vida, cuando el vínculo afectivo con los cuidadores está en formación.
Según la Academia Americana de Pediatría, el contacto piel con piel, las caricias suaves y los sonidos calmantes ayudan a reducir el estrés en el lactante. En algunos casos, el llanto no obedece a necesidades físicas inmediatas, sino a una búsqueda natural de apego y seguridad.
Cargar al bebé, arrullarlo o hablarle con voz suave son formas eficaces de tranquilizarlo cuando no hay signos evidentes de dolor o hambre.
Importancia de la observación y consulta médica
Aunque estas tres causas representan la mayoría de los casos, se recomienda consultar con un pediatra si el llanto es inconsolable, frecuente o se presenta con otros síntomas como fiebre, vómito o pérdida de apetito.
El seguimiento pediátrico regular permite descartar condiciones médicas subyacentes y evaluar el desarrollo adecuado del menor. La información proporcionada por los cuidadores sobre el patrón de llanto también es crucial para el diagnóstico clínico.
Comprender el llanto como una forma de expresión ayuda a construir una relación saludable entre padres e hijos y a detectar señales tempranas de posibles trastornos o dificultades de salud.