El jueves 21 de agosto, el director de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), Terry Cole, acusó a Nicolás Maduro de liderar un “narcoestado” vinculado al narcotráfico internacional.
La DEA cuestiona a Nicolás Maduro
En entrevista con Fox News, Cole afirmó que Venezuela se ha convertido en un estado narcoterrorista. Señaló que el régimen de Maduro colabora con el ELN y las disidencias de las FARC para enviar “cantidades récord de cocaína” hacia carteles mexicanos que distribuyen la droga en territorio estadounidense.
“La corrupción venezolana, la dictadura venezolana, es narcoterrorista. Siguen enviando este veneno a Estados Unidos, matando a cientos de miles de estadounidenses”, advirtió Cole. También acusó al régimen de permitir la infiltración del grupo criminal Tren de Aragua en ciudades norteamericanas.
Cole aseguró que, pese a los esfuerzos del gobierno de Donald Trump por reforzar las fronteras, en lo que va de 2025 la DEA incautó más cocaína que en años anteriores. También alertó sobre el aumento en la entrada de metanfetamina y fentanilo al país.
La presión de Washington a Venezuela
Las acusaciones llegan después de que la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmara que Washington está dispuesto a “usar todo su poder” para frenar el flujo de drogas. Leavitt describió al régimen venezolano como un “cartel del narcotráfico” y acusó a Maduro de encabezar el Cartel de los Soles.
En las últimas semanas, Estados Unidos intensificó la presión. La DEA y la Fiscalía reportaron la incautación de 30 toneladas de cocaína vinculadas al régimen venezolano, de las cuales 7 toneladas estarían directamente asociadas a Maduro. Además, se confiscaron activos valorados en 700 millones de dólares, incluyendo dos aviones privados y nueve vehículos.
El gobierno estadounidense también incrementó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a la captura de Nicolás Maduro, duplicando la cifra anterior.
Escalada militar en el Caribe cerca de Venezuela
Como parte de su estrategia, Washington ordenó el despliegue de un escuadrón anfibio hacia el sur del Caribe, según reveló la agencia Reuters. Entre los buques movilizados estarían el USS San Antonio, USS Iowa Jimay y USS Fort Lauderdale, que transportan a 4.500 efectivos, incluidos 2.200 marines.
Las fuentes consultadas no detallaron la misión específica, pero confirmaron que las embarcaciones podrían situarse frente a las costas venezolanas en los próximos días.
La respuesta de Caracas
El gobierno venezolano reaccionó con dureza. Nicolás Maduro calificó las acusaciones de “infamias” y denunció una “campaña de desprestigio” orquestada por Washington. Afirmó que las denuncias llevan las relaciones bilaterales al “alcantarillado moral del imperialismo”.
El canciller Yván Gil calificó la recompensa de 50 millones de dólares como “el espectáculo más ridículo jamás visto” y lo atribuyó a intereses de la “extrema derecha venezolana y estadounidense”.
Maduro insistió en que su gobierno combate activamente el narcotráfico y ofreció invitar a oficiales estadounidenses para constatar los operativos. En un discurso televisado, anunció la activación de 4,5 millones de milicianos para responder a las “amenazas” de Estados Unidos.
“Venezuela no es un narcoestado. Luchamos contra el narcotráfico todos los días. Quieren justificar intervenciones políticas y militares con estas mentiras”, expresó Maduro.
Las acusaciones de la DEA y el despliegue militar marcan un nuevo pico en la tensión entre Estados Unidos y Venezuela. La comunidad internacional observa con cautela.