El pH de la piel no solo es una cifra en el envase de tu crema favorita: es una barrera invisible que protege de bacterias, hongos y factores externos. Especialistas explican por qué un pH ácido alrededor de 5.5 es clave para la salud cutánea, cómo varía según la edad o el sexo y qué cuidados ayudan a mantenerlo en equilibrio.
La doctora Elena Sánchez-Largo Uceda, jefa del servicio de Dermatología del Hospital Universitario de Torrejón (Madrid), explica que el pH indica el nivel de acidez de la superficie cutánea. Este valor actúa como un “escudo” natural que favorece la hidratación, refuerza la barrera protectora y previene infecciones y agresiones externas.
“La piel sana mantiene un pH ligeramente ácido, en torno a 5.5. Este nivel contribuye a frenar el crecimiento de bacterias, hongos y otros microorganismos que podrían dañarla”, detalla Sánchez-Largo.
¿Por qué el pH 5.5 es importante?
Un pH equilibrado ofrece múltiples beneficios, según destacan los expertos:
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Mantiene el manto ácido de la piel, responsable de conservar la flora bacteriana protectora.
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Fortalece la barrera cutánea, evitando la pérdida de agua y reduciendo el riesgo de irritación y sequedad.
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Previene problemas como acné, infecciones, envejecimiento prematuro y descamación.
Aunque muchas marcas cosméticas resaltan “pH 5.5” en sus etiquetas, no todos los productos aseguran este nivel exacto ni están formulados de forma correcta. Por eso, conviene revisar siempre la lista de ingredientes y optar por limpiadores suaves y productos dermatológicamente testados.
El pH varía según la edad, el sexo y la zona del cuerpo
El nivel de acidez de la piel no es igual para todos. Sánchez-Largo detalla algunos factores que influyen:
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Edad: los bebés tienen un pH más neutro (cercano a 7) que se vuelve más ácido con el paso de los años.
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Sexo: en general, la piel de los hombres tiende a ser ligeramente más ácida que la de las mujeres.
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Zona del cuerpo: no es igual el pH del rostro, de las axilas o de las manos, cada área tiene características específicas.
Cómo cuidar el pH para una piel más sana
Desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) subrayan que mantener el pH equilibrado ayuda a evitar sequedad, irritación e infecciones. Entre sus recomendaciones destacan:
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Hidratación diaria para conservar el manto ácido natural.
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Uso de limpiadores suaves, con pH no alcalino y alta tolerancia.
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Protección solar durante todo el año, incluso después del verano.
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Evitar exfoliaciones excesivas o productos agresivos que alteren el equilibrio.
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Ducharse con agua templada, ya que el agua muy caliente reseca y cambia el pH.
El pH cutáneo tiene un papel clave en la defensa de la piel frente a microorganismos. “Funciona como un yogur, con una acidez que impide que bacterias y hongos penetren”, explican desde la AEDV. Además, esa acidez favorece que las células cutáneas funcionen correctamente y refuerza el efecto de los antimicrobianos naturales que produce la propia piel.
Cuidar e invertir en la salud de la piel
Un pH equilibrado mantiene la piel fuerte, hidratada y menos vulnerable a agresiones externas. Aunque la cifra ideal ronda el 5.5, su cuidado depende de hábitos diarios, elección de productos adecuados y prevención de factores que alteren esa barrera invisible.
Mantener un pH saludable no es solo cuestión de cosmética, sino una estrategia real para que la piel luzca y se sienta mejor cada día.