#16ATenemosMemoria

SEGUIMOS DE PIE

El dolor y las lágrimas siguen vivos. Sin embargo, entre los sobrevivientes hay mucha garra manaba para seguir de pie y volver a sonreír por los que ya no están.
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Marsh

Edad - 3 años

Ciudad - Portoviejo

Logró sobrevivir al derrumbe de la casa donde habitaba con la familia Loor Paladines y, pese a haber quedado con una discapacidad en su pata, su alegría sigue intacta. Una lección de vida.


Por Melissa Gavilanes

MARSH, UNA SOBREVIVIENTE DE CUATRO PATAS

Vanessa Paladines silba y una perra lanuda corre cojeando por toda la casa. Se mete en su bolso de paseo cada vez que alguien abre la puerta.

Así es Marsh, una french pool cruzada que ha estado junto a la familia Loor Paladines por tres años.
La noche del 16 de abril, minutos antes del terremoto, Marsh estaba en la terraza… rascaba la puerta, la rascaba intensamente como si supiese la tragedia que estaba por ocurrir.
En 42 segundos, papá, mamá e hijo quedaron atrapados bajo los escombros y fueron rescatados horas después.
Entre gritos, jeringuillas y una cisterna rebosada del hospital de Portoviejo, Vanessa recuperó la conciencia y recordó a Marsh. Intranquila, preguntó a sus allegados sobre la mascota. Nadie le respondía.
Al día siguiente, su cuñada le contó la buena nueva: Marsh fue encontrada sobre los escombros del hotel de la esquina, esperando con fidelidad a su familia.
Mientras Vanessa estaba internada en una casa de salud de Quito, Marsh se quedó con la familia de su esposo.
Semanas después, Vanessa llamó por teléfono a su fiel compañera. Su silbido característico desesperó a Marsh, que salió corriendo de casa y desapareció, talvez creyendo que su ama estaba cerca.
En la noche, la perrita fue hallada sucia y lastimada. Vanessa supo que no podría llamarla otra vez... Se arriesgaba a perderla para siempre.
Pasaron varios meses hasta que Vanessa pudo regresar a Portoviejo. Sentía la necesidad de abrazar a su esposo, hijo y a su pequeña Marsh. El cambio de casa no fue difícil para la mascota que con su agitado movimiento de cola y sus constantes lengüetazos reafirmaba lo feliz que estaba de retomar su vida junto a los Loor – Paladines.
Los lacitos de colores vivos en sus orejas, el shampoo y el perfume especial regresaron a ser parte de su rutina de belleza.
El color caramelo brillante de su pelaje y su mirada de ternura cada vez que ve a sus amos, en especial a Jostin, el menor de la familia, demuestra lo mimada que es en su casa. Sin embargo, tanta dulzura contrasta con los feroces ladridos que emite cada vez que ve a sus amos acariciar a otro animal.
Su patita izquierda no sanará, lo ha dicho el veterinario. Pero a Marsh eso no parece importarle: juega con Jostin con más energía y vitalidad que antes del terremoto. Quizás comprende también que logró sobrevivir.


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