¿Qué tienen en común los mineros de Sudáfrica, los recolectores de azufre en Indonesia y los pescadores en el mar de Bering? Todos realizan algunos de los trabajos más difíciles del mundo, caracterizados por condiciones extremas, bajos salarios y altos riesgos. Según informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), estas ocupaciones concentran altos índices de accidentes y problemas de salud.
Profesiones que desafían los límites humanos
En Indonesia, los trabajadores del volcán Ijen recolectan azufre en un ambiente con gases tóxicos y temperaturas extremas. Transportan cargas de hasta 70 kilogramos durante horas, sin protección adecuada, por apenas 5 dólares diarios. Esta actividad, aunque vital para ciertas industrias, expone a los trabajadores a enfermedades respiratorias crónicas y quemaduras químicas.
En el Ártico, los pescadores del cangrejo real enfrentan tormentas, temperaturas bajo cero y un mar agitado. Las estadísticas del U.S. Bureau of Labor Statistics indican que esta profesión tiene una de las tasas de mortalidad más altas en Estados Unidos. Las jornadas pueden extenderse más de 20 horas diarias, y el agotamiento físico es constante.
Otro ejemplo son los mineros de oro en África Occidental, quienes trabajan en minas artesanales sin ventilación, con herramientas precarias y bajo riesgo constante de derrumbes. La OIT estima que en estos sectores informales, el 70% de los trabajadores carece de cobertura médica.
Riesgo, pobreza y falta de regulación
A menudo, estos trabajos están ligados a contextos de pobreza, informalidad laboral y falta de regulación gubernamental. Según el Banco Mundial, en países de ingresos bajos y medios, más del 60% de la población económicamente activa trabaja en el sector informal, donde los riesgos laborales son mayores y las condiciones, más precarias.
Los empleados de plataformas petroleras marinas también figuran en esta lista. Aunque mejor remunerados, enfrentan jornadas prolongadas, aislamiento durante semanas y peligros constantes como incendios o fugas tóxicas.
En América Latina, los recicladores urbanos enfrentan riesgos biológicos y mecánicos diariamente. Muchos de ellos trabajan sin contrato, protección ni acceso a servicios básicos, en una actividad fundamental para el manejo de residuos en las ciudades.
Necesidad de regulación y visibilidad
Diversas organizaciones no gubernamentales y organismos multilaterales insisten en la necesidad de mejorar la regulación de estos sectores. Además, promueven el acceso a equipos de protección, seguros de salud y salarios dignos. La visibilidad mediática de estas profesiones permite generar presión pública y política para mejorar las condiciones de millones de trabajadores.
En paralelo, la tecnología y la automatización ofrecen alternativas para reducir el riesgo humano, aunque aún no son accesibles o viables en todos los contextos. La transición hacia entornos laborales más seguros depende tanto de avances técnicos como de voluntad política e inversión social.