Cómo operan las redes globales de lavado de dinero: métodos, actores y consecuencias

El lavado de dinero alimenta al crimen organizado, distorsiona economías y corrompe instituciones. Este fenómeno global se adapta a nuevas tecnologías y desafía a los Estados.
El lavado de dinero es la segunda economía criminal más extendida en Ecuador, según un nuevo estudio.
El lavado de dinero es la segunda economía criminal más extendida en Ecuador, según un nuevo estudio.
El lavado de dinero es la segunda economía criminal más extendida en Ecuador, según un nuevo estudio.
El lavado de dinero es la segunda economía criminal más extendida en Ecuador, según un nuevo estudio.

Redacción

Redacción ED.

El lavado de dinero, mecanismo utilizado por organizaciones criminales para ocultar el origen ilícito de sus ganancias, continúa operando con sofisticación en América Latina y otras regiones del mundo, según informes recientes de expertos e instituciones internacionales, debido a la necesidad de sostener actividades ilegales y evitar la acción de las autoridades.

El blanqueo de capitales: motor oculto del crimen global

El lavado de dinero —también denominado blanqueo de capitales o activos— es un proceso que permite que fondos obtenidos de actividades ilícitas ingresen al circuito económico formal aparentando legalidad. Este proceso consta de tres fases: colocación, estratificación e integración, y requiere tanto la existencia de un origen ilegal como la intención de ocultarlo.

Este fenómeno no solo permite la sostenibilidad financiera del crimen organizado, sino que afecta profundamente a las economías nacionales, instituciones democráticas y seguridad pública, consolidando estructuras de poder paralelas y socavando la autoridad del Estado. En América Latina, este mecanismo ha sido clave en la expansión de carteles como el de Sinaloa o el El Cártel de Jalisco Nueva Generación, que recurren a complejas redes financieras y legales para mover y legitimar miles de millones de dólares anuales.

Impactos sistémicos del lavado de dinero

El lavado de dinero no es un delito aislado: sostiene, financia y expande toda la cadena criminal. De acuerdo con analistas, sin este proceso no sería posible mantener operaciones a gran escala, como las del narcotráfico. “Sin lavado, no hay negocio criminal sostenible”, advierten.

Uno de los efectos más graves es su capacidad para generar corrupción institucional. Las organizaciones criminales destinan parte de sus ganancias para sobornar autoridades, influir en decisiones políticas y asegurar impunidad. Casos como la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán en 2015 ilustran el grado de penetración que puede alcanzarse en los aparatos estatales.

Además, los fondos ilegales lavados permiten a los grupos delictivos acceder a armamento, logística, recursos humanos e incluso aviación propia, como se documentó con la “fuerza aérea del cartel”, integrada por aviones y camiones comprados con dinero blanqueado.

La economía formal como receptora del dinero ilícito

El paso final del blanqueo es la integración del capital a la economía formal. Para ello, los criminales recurren a inversiones inmobiliarias, negocios legales, obras de arte, productos de lujo y emprendimientos fachada, generando distorsiones económicas profundas.  Muchos de estos negocios funcionan con lógicas no rentables: edificios que permanecen vacíos o comercios que operan con pérdidas intencionales. Lo importante no es el retorno financiero, sino la legitimación de los fondos.

Este fenómeno también ha dado lugar a un mercado de servicios financieros ilícitos. Intermediarios como banqueros corruptos, abogados o empresas pantalla obtienen beneficios considerables por facilitar el proceso. Bandas por ejemplo, cobran hasta un 3% de comisión por operaciones de reintegro de dinero en Estados Unidos.

Métodos modernos de lavado de dinero: evolución constante

El lavado de dinero es una práctica en constante evolución, adaptándose a los cambios tecnológicos, la globalización y los nuevos mercados ilegales como el tráfico de drogas sintéticas. Las criptomonedas como Bitcoin, Ethereum y Monero, junto con mezcladores digitales y plataformas virtuales, ofrecen canales de transferencia difíciles de rastrear. Aunque muchas de estas tecnologías dejan huella digital, el anonimato y la descentralización dificultan la supervisión efectiva.

Otro método creciente es el lavado basado en el comercio internacional (TBML, por sus siglas en inglés), que utiliza facturación falsa, sobrevaloración o subvaloración de mercancías y empresas offshore para mover dinero ilícito bajo la apariencia de operaciones legales.

Casos regionales: Ecuador

En Ecuador, el uso del dólar estadounidense, la alta circulación de cocaína y los controles débiles en ciertos sectores financieros han convertido al país en un punto estratégico para el lavado de dinero. Se estima que el valor blanqueado anualmente oscila entre USD 2.376 millones y USD 5.942 millones, es decir, entre el 2% y 5% del PIB.

Las redes criminales en el país frecuentemente operan mediante clanes familiares, y lavan dinero a través de construcción, compra de vehículos y pequeños negocios, como restaurantes o comercios minoristas.

La dimensión global del problema

El lavado de dinero representa uno de los delitos más difíciles de rastrear y sancionar. Requiere investigaciones prolongadas, análisis financieros complejos y, sobre todo, cooperación internacional, que muchas veces es inexistente o insuficiente.

Organismos como la ONU estiman que solo por la venta de drogas se lavan alrededor de 400.000 millones de dólares anuales a nivel global. En México, esta cifra oscila entre 19.000 y 29.000 millones de dólares anualmente provenientes de EE.UU., de los cuales gran parte se canaliza mediante criptomonedas.

El caso de Joaquín “El Chapo” Guzmán, cuya fortuna alcanzó los USD 12.666 millones, ejemplifica la magnitud de estas operaciones y cómo el dinero sucio puede llegar a ofrecerse incluso para pagar la deuda pública de un país, como sucedió en su momento con Pablo Escobar en Colombia.

Un fenómeno transnacional de alto impacto

El lavado de dinero es una pieza central del crimen organizado. No solo sostiene las operaciones ilícitas, sino que debilita las estructuras institucionales, corrompe las economías y amenaza la gobernabilidad democrática. Su adaptabilidad, alcance global y la rentabilidad para todos los actores involucrados —desde capos hasta corredores financieros— lo convierten en un desafío persistente que exige coordinación internacional, tecnología avanzada y voluntad política real para ser enfrentado de manera efectiva. (10).

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