El lavado de dinero, un proceso crucial para las organizaciones criminales, es la acción de ocultar el origen de grandes sumas de dinero ilícito para hacerlas pasar por ganancias legítimas. Este proceso, que permite al crimen organizado reinvertir y disfrutar de sus ganancias sin levantar sospechas, es un pilar fundamental para la operación y expansión de actividades ilegales como el narcotráfico y el contrabando.
Fuentes y análisis de inteligencia financiera señalan que el blanqueo de activos se adapta a la actividad ilícita que lo genera y se ejecuta a través de un proceso de tres fases principales: colocación, estratificación e integración.
Fase 1: La Colocación y la entrada al sistema
La fase de colocación es la más arriesgada. Consiste en la introducción inicial del dinero ilícito, a menudo en efectivo, en el sistema financiero o económico formal. Se utilizan tácticas para evitar que el efectivo sea directamente rastreado hasta su origen ilegal. Un método común es el uso de empresas fachada o pantalla.
Estos negocios, que aparentan ser legítimos, mezclan ingresos ilícitos con los legítimos. Por ejemplo, un restaurante puede reportar ingresos inflados, haciendo que el dinero sucio parezca provenir de la venta de servicios. En México, el Cártel de Sinaloa ha utilizado empresas fantasma en sectores como la construcción y el transporte para este propósito, mientras que en Ecuador se han identificado clanes familiares que crean compañías de seguridad y comida para legitimar ganancias del narcotráfico.
La técnica del pitufeo
Otra técnica es el pitufeo o estructuración, que implica fragmentar grandes sumas en múltiples depósitos pequeños, por debajo del límite que obliga a los bancos a reportar a las autoridades (a menudo $10.000). Aunque requiere de muchas personas (“pitufos”), la tecnología bancaria actual utiliza inteligencia artificial para detectar estos patrones.
El contrabando de dinero en efectivo a granel sigue siendo una táctica. Grandes cantidades de billetes son movidas físicamente a través de fronteras, ocultas en vehículos o en el equipaje de “mulas”, un método históricamente utilizado por cárteles mexicanos para repatriar millones de dólares desde Estados Unidos.
La compra de premios de lotería premiados es otra vía. El lavador de dinero compra el boleto a un ganador, pagándole un poco más del premio oficial, lo que le permite reclamar el dinero como propio y legitimarlo.
Fase 2: La estratificación y el ocultamiento del origen
Una vez que el dinero ha sido colocado en el sistema, la fase de estratificación busca ocultar su origen a través de una serie de transacciones complejas. El objetivo es romper la conexión entre el dinero y su fuente original, dificultando el rastreo por parte de las autoridades.
Las transferencias internacionales y las empresas fantasma en paraísos fiscales son herramientas clave en este punto. El dinero se mueve entre cuentas y jurisdicciones con secreto bancario, utilizando compañías que solo existen en papel. Se ha documentado que abogados en Suiza y Panamá han ayudado a crear miles de corporaciones para este fin.
Los sistemas informales de banca, como el Hawala, son utilizados para mover dinero sin cruzar fronteras físicas. Funciona a través de una red de confianza donde intermediarios transfieren dinero entre países. El sistema se equilibra con flujos en ambas direcciones, lo que lo hace difícil de rastrear.
El lavado de dinero basado en el comercio (Trade-Based Money Laundering – TBML) es otro método sofisticado. Involucra la manipulación de facturas de exportación e importación, donde los precios de los bienes son inflados o subestimados para justificar transferencias de dinero entre empresas.
Esto es común en la venta de productos de difícil tasación como joyas, oro y tecnología. La compra y venta de bienes subjetivos, como arte, antigüedades u oro de minería ilegal, también se utiliza para este propósito, ya que su valor es subjetivo y permite a los criminales justificar ganancias.
Las monedas digitales
El auge de las criptomonedas ha abierto una nueva frontera para el blanqueo. Monedas digitales como Bitcoin o Monero ofrecen un alto grado de anonimato. Los fondos ilícitos se usan para comprar criptomonedas en intercambios con poca verificación de identidad, se mueven entre múltiples carteras digitales y luego se venden en jurisdicciones donde la regulación es menos estricta.
Los mezcladores (mixers) son plataformas que agrupan criptomonedas de varios usuarios y las redistribuyen, rompiendo el rastro y dificultando el seguimiento de los fondos. Se ha reportado que el Cártel de Sinaloa y el CJNG han empleado el “pitufeo” para adquirir bitcoins en pequeñas cantidades.
Fase 3: La Integración y la legitimación final del crimen
La fase de integración es el paso final, donde el dinero reaparece como si fuera legítimo. En esta etapa, los fondos ya limpios se invierten en la economía formal. La inversión en negocios legales y bienes raíces es el método más común. Se ha observado la construcción de edificios vacíos en ciudades, lo cual se interpreta como una señal de blanqueo de activos. El dinero también se invierte en vehículos de lujo, obras de arte y otros productos de alto valor.
Un elemento clave en todas las fases es el uso de intermediarios corruptos, incluyendo banqueros y abogados, quienes facilitan la creación de estructuras complejas para evadir las regulaciones. Las redes de lavado de activos asiáticas, como la banca clandestina china, han ganado prominencia.
Estas organizaciones operan con “transacciones espejo”, donde el dinero en efectivo nunca cruza fronteras, sino que se mueve a través de un sistema financiero y comercial complejo, ofreciendo a los cárteles una forma altamente eficiente de mover grandes sumas
Los productos manufacturados
A menudo, el dinero es repatriado a los cárteles a través de la compra de productos manufacturados en otros continentes, o de precursores químicos para la fabricación de drogas. La corrupción de autoridades en todos los niveles del gobierno también es un factor esencial que permite la continuidad de estas operaciones. La sofisticación de los lavadores, que combinan contabilidad creativa y conocimiento del sistema financiero, presenta un desafío constante para las autoridades de vigilancia. (10).