En 2025, el Buró de Crédito ha identificado que en Manabí predominan los deudores informales, aquellos que, debido a la falta de acceso a servicios financieros formales, recurren a préstamos no regulados. Esta situación afecta negativamente a miles de ciudadanos, limitando su capacidad para acceder a créditos formales y mejorar su calidad de vida.
Según datos del Buró de Crédito y análisis de la Superintendencia de Bancos, los deudores informales en Manabí representan un segmento significativo de la población endeudada. Estos individuos, en su mayoría trabajadores autónomos o informales, recurren a préstamos no regulados debido a la falta de acceso a servicios financieros formales.
La economista María Fernanda Rivadeneira, especialista en inclusión financiera, señala que «la informalidad laboral y la falta de educación financiera son factores clave que empujan a muchos manabitas hacia el endeudamiento informal«.
Características de los deudores informales en Manabí
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Edad promedio: entre 30 y 50 años
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Ocupación: trabajadores autónomos, comerciantes informales
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Nivel educativo: educación básica o secundaria incompleta
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Acceso a servicios financieros: limitado o nulo
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Monto promedio de deuda: entre $500 y $1.500
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Tasa de interés de préstamos informales: puede superar el 100% anual
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Frecuencia de impago: alta, debido a condiciones de préstamo desfavorables
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Consecuencias: exclusión financiera, sobreendeudamiento, pérdida de activos
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Soluciones propuestas: programas de inclusión financiera, educación financiera
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Datos de: Superintendencia de Bancos, varias instituciones financieras
Impacto en la economía local y propuestas de solución
El endeudamiento informal en Manabí no solo afecta a los individuos, sino que también tiene repercusiones en la economía local. La falta de acceso a créditos formales limita la capacidad de inversión y crecimiento de pequeños negocios, perpetuando ciclos de pobreza y exclusión.
«Tuve que pedirle dinero a un prestamista porque el banco no me aprobó el crédito. Al principio parecía fácil, pero los intereses eran tan altos que terminé pagando el doble. Ahora estoy atrapada en un ciclo de deudas y no sé cómo salir», cuenta María, comerciante informal de legumbres, radicada en Portoviejo.
Casos como estos no son aislados. Rosa, propietaria de una tienda de abarrotes en la capital de los manabitas, detalla que recurrió a un préstamo informal tras ver un anuncio en redes sociales. Ella solicitó $1.500 con un plazo de 15 días y terminó pagando $1.700, lo que equivale a un interés del 13% en apenas dos semanas. Aunque el dinero le permitió reabastecer su negocio, reconoce que el costo fue elevado.
Inclusión y educación son la clave
Para abordar esta problemática, expertos proponen la implementación de programas de inclusión financiera que faciliten el acceso a servicios bancarios formales, así como campañas de educación financiera que capaciten a la población de Manabí en la gestión responsable de sus finanzas.