Las colinas que rodean Portoviejo tienen que ser preservadas con urgencia. El municipio debe asumir la iniciativa de diseñar e implementar un plan de conservación de esas áreas, que son patrimonio natural del cantón y barreras esenciales contra riesgos ambientales.
Actualmente más de 48.000 hectáreas en Portoviejo aún mantienen vegetación nativa convertida en zonas de conservación y protección. Sin embargo, la deforestación ha precarizado esos terrenos. Con el inicio de cada temporada de lluvias, la erosión compromete la estabilidad del suelo y pone en riesgo bienes y vidas.
Ya se han manifestado consecuencias negativas: hundimientos y deslizamientos han obligado a declarar zonas de riesgo en sectores que antes parecían seguros. Esa experiencia debe poner en alerta a las autoridades.
Un plan serio incluiría estudios geológicos detallados, restauración forestal, control del crecimiento urbano en laderas y vigilancia permanente del estado del suelo. Debe coordinarse con instituciones académicas y con la ciudadanía. Así se garantizaría un enfoque técnico, participativo y sostenible.
El municipio no puede seguir posponiendo este tema. La conservación de las colinas protege vidas, evita pérdidas y refuerza la identidad ambiental de Portoviejo. El gobierno local debe actuar ya con decisión y compromiso para defender esas colinas.