El presidente chino, Xi Jinping, ha propuesto una iniciativa de gobernanza global orientada a establecer un nuevo orden económico y de seguridad internacional que beneficie al “Sur Global”. La propuesta se presentó durante la vigésimo quinta cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), celebrada en Tianjin, China, y ha sido interpretada como un desafío directo a la influencia de Estados Unidos.
Xi afirmó que el mundo se encuentra en una encrucijada y que, a pesar de los organismos multilaterales existentes, persisten “la mentalidad de la Guerra Fría, el hegemonismo y el proteccionismo”. Su objetivo es construir un sistema “más justo y razonable” que promueva una “comunidad con un futuro compartido para la humanidad”.
Una alianza para contrarrestar la hegemonía occidental
La propuesta de Xi Jinping recibió el respaldo del presidente ruso, Vladimir Putin, quien declaró que la OCS representa el “multilateralismo genuino”. Para Putin, este modelo sienta las bases de un nuevo sistema de estabilidad y seguridad en Eurasia, que consideraría los intereses de un amplio espectro de países sin que ninguno garantice su seguridad a expensas de los demás.
La reunión también fue el escenario del primer encuentro en siete años entre Xi Jinping y el primer ministro de la India, Narendra Modi. Ambos líderes acordaron fortalecer la cooperación y estrechar lazos comerciales, en un contexto de disputas arancelarias con Estados Unidos.
Analistas como Jeremy Chan, especialista de Eurasia Group, señalan que la coincidencia de estos tres líderes en la cumbre proyecta a China como una alternativa a Estados Unidos. Chan afirmó a CNBC que el simbolismo de la reunión “brinda a Pekín la oportunidad de presentar su diplomacia como más confiable que la de Washington”. Este encuentro fue aprovechado por Rusia para defender su invasión de Ucrania y minimizar las consecuencias del conflicto, con Putin asegurando que la crisis fue resultado de un golpe de Estado en Ucrania “apoyado por Occidente”.
Acuerdos entre China, Rusia e India
La cumbre concluyó con la aprobación de 24 documentos que establecen compromisos de cooperación. Entre ellos, la ‘Declaración de Tianjin’, que fija las directrices para alcanzar objetivos comunes, y una estrategia de desarrollo para el periodo 2026-2035 destinada a consolidar la cooperación integral entre los miembros.
En materia de seguridad, se firmaron acuerdos para establecer un centro integral que aborde amenazas y desafíos, un plan de cooperación antiterrorista, y un acuerdo para la lucha contra el narcotráfico y el tráfico ilegal de armas.
En el ámbito económico, los miembros respaldaron la reforma de la gobernanza internacional para reforzar el papel de los países en desarrollo, y aprobaron una ‘Declaración de Apoyo al Sistema Multilateral de Comercio’ que rechaza las medidas coercitivas unilaterales. Además, se impulsó la creación de un Banco de Desarrollo de la OCS, destinado a establecer un sistema de pagos alternativo para reducir la dependencia del dólar.
En este marco, China prometió 280 millones de dólares en ayuda gratuita este año y 1.400 millones en préstamos en los próximos tres años. La cumbre también abordó la cooperación energética, de transporte e infraestructura, y la innovación tecnológica, con la aprobación de una declaración sobre ciencia y tecnología con énfasis en la inteligencia artificial (IA).
Un contrapeso al poder estadounidense con desafíos internos
La OCS, fundada hace 24 años, busca fortalecer la confianza y la estabilidad entre sus miembros. La cumbre de este año reunió a más de 24 líderes de países no occidentales que representan aproximadamente el 43% de la población mundial y el 23% de la economía global. Expertos afirman que una cooperación efectiva entre Rusia, China e India podría contrarrestar la influencia de Washington, sumándose a otras alianzas como el grupo BRICS.
Sin embargo, la integración no está exenta de desafíos. India se enfrenta a la necesidad de equilibrar sus relaciones, especialmente debido a las presiones económicas de los aranceles de Estados Unidos y las profundas diferencias históricas con China, como los enfrentamientos fronterizos.
También preocupa la estrecha relación de Pekín con su rival, Pakistán. Expertos señalan que la política exterior de India busca ser independiente y que una alianza anti-Washington podría ser un precio demasiado alto a pagar, lo que indica que la convergencia entre estos países es un proceso en construcción, lleno de tensiones, contradicciones y resistencias. (10).