Un equipo de científicos del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, la Universidad de Constanza y la Universidad Nacional de Indonesia descubrió que los orangutanes salvajes enfrentan la privación de sueño con una estrategia sorprendentemente familiar: las siestas. El hallazgo, publicado en Current Biology, aporta claves sobre la evolución del sueño en primates.
Dormir en la selva: una tarea compleja para los orangutanes
Durante 14 años, investigadores observaron el comportamiento de 53 orangutanes adultos en la Estación de Monitoreo Suaq Balimbing, en la selva tropical de Sumatra. Documentaron 455 días y noches de actividad, enfocándose en cómo los primates construyen sus nidos nocturnos y descansan.
Cada noche, los orangutanes dedican hasta diez minutos a construir una cama elevada hecha de ramas, hojas y “almohadas” vegetales. Duermen en promedio 13 horas en estos nidos, lo que indica la alta prioridad que otorgan al sueño.
Dado que no podían medir directamente el sueño, los científicos usaron el «período de silencio» observado desde tierra como un indicador válido del tiempo de descanso.
Menos sueño por noche, más siesta por día
Los investigadores descubrieron que los orangutanes que dormían menos durante la noche aumentaban la duración de sus siestas diurnas. Por cada hora menos de sueño nocturno, dormían entre 5 y 10 minutos más durante el día.
Además, detectaron factores que acortaban el sueño nocturno:
- Dormir cerca de otros orangutanes
- Temperaturas más frías
- Días con mayor actividad física (más desplazamientos)
«Priorizar la socialización sobre el sueño es una conducta que también vemos en humanos», explicó Alison Ashbury, autora principal del estudio.
Nidos diurnos: eficiencia y descanso
A diferencia de los complejos nidos nocturnos, los nidos diurnos son construcciones simples y rápidas, hechas en menos de dos minutos. Aunque más rudimentarios, brindan un sitio seguro para el descanso.
El 41% de los días observados, los orangutanes utilizaron estos nidos para dormir siestas de un promedio de 76 minutos. En estos episodios, los investigadores observaron signos claros de sueño profundo, como postura relajada y ojos cerrados.
“La siesta puede ofrecer beneficios cognitivos y fisiológicos similares a los observados en humanos”, afirmó la coautora Meg Crofoot, directora del MPI-AB.
Cognición y adaptación evolutiva
El estudio sugiere que la capacidad cognitiva de los orangutanes podría estar relacionada con sus estrategias de descanso. La población observada en Suaq es conocida por su uso de herramientas y conductas culturales complejas, lo que podría requerir mayor recuperación cerebral.
Además, el estilo de vida semisolitario de los orangutanes les permite dormir sin tener que coordinar horarios con otros individuos, a diferencia de los primates que viven en grupos cohesionados. Esto facilita el acceso libre al sueño compensatorio cuando lo necesitan.
El sueño de los orangutanes
Los investigadores destacan la importancia de estudiar el sueño en condiciones naturales, donde influyen variables ecológicas y sociales imposibles de replicar en laboratorio.
“Comprender cómo duermen los animales salvajes nos permite explorar los orígenes evolutivos y las funciones fundamentales del sueño”, concluyó Crofoot, quien lidera un proyecto europeo enfocado en el sueño en entornos naturales.
El trabajo del equipo internacional amplía el conocimiento sobre la ecología del sueño y subraya que la necesidad de descansar no es solo fisiológica, sino también un comportamiento estratégico para sobrevivir y adaptarse.
