El atún, un pez migratorio clave para los ecosistemas marinos y la economía global, enfrenta desafíos significativos debido a la sobrepesca, según organismos internacionales. Desde el siglo XX, su captura aumentó con el auge de la industria conservera y la expansión del mercado global, pero regulaciones y prácticas sostenibles, como las implementadas en Manta, desde 1952, buscan preservar esta especie esencial.

El atún, un depredador marino que recorre miles de kilómetros en sus ciclos de reproducción y alimentación, habita los océanos Pacífico, Índico y Atlántico, con preferencia por aguas cálidas. De las 14 especies existentes, cinco —atún blanco, patudo, rojo, listado y aleta amarilla— son las más consumidas a nivel mundial.

Este pez no solo es una fuente rica en proteínas y nutrientes, sino que también contribuye al equilibrio marino al transportar nutrientes que fomentan el crecimiento del plancton, fundamental para la producción de oxígeno y la captura de dióxido de carbono.

Un legado milenario transformado por la industria 

La pesca del atún tiene raíces profundas. En Japón, se practica desde hace más de 5.000 años, y en la Edad de Piedra, este pez ya aparecía en pinturas rupestres. Sin embargo, fue en el siglo XX cuando la industria conservera revolucionó su explotación.

En California, Albert P. Halfhill impulsó el enlatado de atún ante la escasez de sardinas, consolidándolo como un alimento asequible durante la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, el auge del sushi y el sashimi abrió nuevos mercados, incrementando la demanda global.

En Ecuador, la pesca atunera marcó un hito en 1952 con la fundación de la Industria Nacional Ecuatoriana Productora de Alimentos (INEPACA) en Manta. Inicialmente, los barcos artesanales “cañeros”, que usaban caña y línea, capturaban hasta 8 toneladas cerca de la costa. La legislación de la época, que eximía de impuestos la importación de maquinaria, impulsó la industrialización. 

Con el tiempo, la pesca artesanal evolucionó hacia métodos más avanzados, como embarcaciones con motores diésel y técnicas de conservación como el congelado en salmuera, lo que incrementó la capacidad de captura y exportación.

Métodos de pesca y sostenibilidad

Hoy en día, la pesca del atún se realiza principalmente con tres métodos: caña y línea, red de cerco y palangre, todos con opciones de certificación de sostenibilidad. La pesca con caña, tradicional en Manta, es selectiva y captura peces individualmente. Por su parte, la red de cerco atrapa bancos enteros, mientras que el palangre utiliza líneas con anzuelos cebados.

 Sin embargo, la captura incidental de especies como delfines y tiburones ha llevado a regulaciones internacionales más estrictas, en las que Ecuador participa . A pesar de su importancia económica, la sobrepesca ha puesto en riesgo la sostenibilidad de algunas especies de atún, con amenazas de extinción en ciertos casos.

Iniciativas globales han estabilizado poblaciones mediante cuotas y controles, mientras que en Manta, la industria atunera sigue siendo un pilar económico, generando empleo y exportaciones, aunque enfrenta retos como la adaptación a normativas internacionales y la sostenibilidad.

Ecuador: un líder en procesamiento de atún

En Ecuador, la industria atunera procesa el doble de lo que pesca, consolidándose como un centro clave de procesamiento en América Latina. Manta y Posorja, en la costa del Pacífico, son los principales polos de desembarque y procesamiento, según Guillermo Morán, director ejecutivo de Tunacons, una fundación dedicada a la conservación del atún y la pesca responsable. El país captura 300.000 toneladas de atún al año, pero procesa cerca de 600.000 toneladas, generando USD 1.600 millones en exportaciones en 2024. (10)