El 12 de junio, la Iglesia católica celebra a San Onofre, venerado por su vida ascética y canonizado por su dedicación a la oración y la penitencia.
Orígenes y vocación
San Onofre, cuyo nombre significa “el que es continuamente bueno”, nació alrededor de 320, posiblemente en Etiopía o Egipto, según el Martirologio Romano.
La tradición relata que era hijo de un rey egipcio, persa o abisinio. El monje Pafnucio, quien lo encontró en el desierto, documentó su vida. Lo criaron en un monasterio cerca de Hermópolis, donde Onofre convivió con unos 100 monjes antes de retirarse al desierto de la Tebaida a los 30 años, inspirado por San Juan Bautista y San Elías.
Vivió en una cueva, se alimentó de dátiles y agua, y según la tradición, un ángel le llevó la Eucaristía todos los domingos. Su vestimenta consistió en su largo cabello y hojas, lo que simbolizó su renuncia a lo material.
Filosofía y vida ascética
La filosofía de San Onofre se centró en la soledad, la penitencia y la oración constante. Buscó la unión con Dios mediante el aislamiento, siguió el modelo de los Padres del Desierto.
Su vida austera, sin contacto humano regular, era un testimonio de fe en la providencia divina. Aconsejó a los peregrinos que lo visitaron, como Pafnucio, sobre la importancia de la humildad y la entrega espiritual. Su ejemplo inspiró a otros a abrazar la vida eremítica.
Milagros y canonización de San Onofre
La tradición atribuye a Onofre milagros, como su supervivencia en el desierto durante 60 años y la protección divina contra el fuego al nacer, cuando su padre lo arrojó a las llamas por sospechas de ilegitimidad.
Lo canonizaron por aclamación popular tras su muerte, práctica común en la Iglesia primitiva. Su santidad se basó en una vida de virtud extrema y su influencia espiritual, que documentó Pafnucio. Es patrono de los tejedores, los desempleados y quienes buscan casa propia.
Celebración del 12 de junio
La festividad de San Onofre se celebra el 12 de junio, fecha de su muerte alrededor de 400, según el Martirologio Romano.
En Múnich, donde se conserva una reliquia de su cabeza, y en Roma, en la iglesia de Sant’Onofrio al Gianicolo, se realizan liturgias solemnes. En España, su culto es fuerte en Algemesí y Cuart de Poblet, con procesiones como la Passejà de Sant Onofre.
Legado en la Iglesia de San Onofre
El legado de San Onofre perdura en su influencia en la espiritualidad eremítica y en comunidades como el monasterio de Jablechna, Polonia, fundado tras una aparición suya. Su vida inspiró a monjes y laicos a buscar a Dios en la soledad.
En el arte, se le representa con larga barba y hojas, simbolizando su ascetismo. Su culto se extendió desde Egipto a Europa durante las Cruzadas, venerado en Palermo como copatrono desde 1650.
Contexto histórico
En el siglo IV, tras el Edicto de Milán (313), el cristianismo se consolidó, pero muchos buscaron una fe más radical. Los Padres del Desierto, como Onofre, respondieron a este anhelo con vidas de ascetismo en Egipto, influyendo en el monacato cristiano.
Su retiro reflejó el rechazo a las comodidades de un Imperio romano cristianizado, lo que marcó un modelo de santidad basado en la renuncia.