La percepción del olor corporal ha sido objeto de investigaciones psicológicas y biológicas en las últimas décadas. Recientemente, diversos estudios han comenzado a explorar si existe una relación entre el olor y la infidelidad en relaciones de pareja. La pregunta que surge es si el cuerpo podría emitir señales involuntarias de deslealtad.

Olor corporal y la infidelidad

El olfato juega un papel importante en las relaciones humanas, especialmente en la atracción sexual y el reconocimiento emocional. Estudios en psicología evolutiva han demostrado que las personas pueden percibir compatibilidad genética a través del olor corporal, particularmente mediante el complejo mayor de histocompatibilidad (MHC, por sus siglas en inglés).

Una investigación realizada por la Universidad de Macquarie, en Australia, publicada en 2023 en la revista Frontiers in Psychology, analizó si los participantes podían identificar a personas infieles únicamente por su olor. El estudio incluyó muestras de sudor de 100 individuos, clasificadas por historial de fidelidad. Los resultados indicaron que los olores de personas infieles eran percibidos como menos atractivos y menos confiables por observadores externos.

Estos resultados no concluyen que exista un “olor a infidelidad”. Sin embargo, sí sugieren que el cuerpo puede emitir señales olfativas que influyen en la percepción social.

Cambios hormonales y señales químicas

Cuando una persona experimenta situaciones de excitación emocional, estrés o atracción sexual hacia terceros, el cuerpo puede modificar su producción de feromonas, compuestos químicos que influyen en el comportamiento social y sexual.

Según el doctor Robert Burriss, psicólogo especializado en atracción humana de la Universidad de Basilea, “la interacción hormonal durante actos sexuales o emociones intensas puede cambiar momentáneamente el perfil químico del sudor y otros fluidos corporales”.

En este contexto, algunos investigadores plantean que dichos cambios podrían ser percibidos de forma subconsciente por la pareja, generando una sensación de extrañeza o alerta, aunque no se tenga evidencia directa del acto de infidelidad.

Lo que dice la ciencia: límites y evidencias

Hasta el momento, no existe evidencia científica concluyente que permita afirmar que el olor corporal revela una infidelidad con certeza. La percepción olfativa es altamente subjetiva y puede estar influenciada por factores emocionales, estrés, higiene, dieta y hasta cambios hormonales naturales.

Sin embargo, los estudios sí sugieren que el olor puede actuar como un indicador indirecto de cambios en la conducta o el estado emocional, elementos que podrían estar relacionados con alteraciones en la dinámica de pareja.

“Es importante entender que los olores no prueban ni desmienten una infidelidad”, explica la doctora Elena Sánchez, neurocientífica del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM. “Pueden reflejar cambios físicos reales, pero su interpretación depende más de la relación interpersonal que de un marcador biológico”.

Más allá del olfato: comunicación no verbal en parejas

El comportamiento humano en relaciones afectivas es complejo. Diversos estudios en comunicación no verbal han encontrado que la intuición emocional o la percepción de señales sutiles (como variaciones en el lenguaje corporal, tono de voz o rutinas) pueden alertar sobre cambios en la relación.

En ese sentido, el olfato se suma a un conjunto de canales de percepción que podrían generar sospechas, pero no puede utilizarse como prueba aislada.

En contextos clínicos o de terapia de pareja, este tipo de percepciones puede explorarse con acompañamiento profesional, sobre todo si influyen en la confianza mutua.

Conclusión: ¿hay un olor a infidelidad?

Los estudios actuales no demuestran la existencia de un olor específico asociado a la infidelidad, pero sí apuntan a que los seres humanos perciben cambios olfativos relacionados con el estado emocional y hormonal de otros, especialmente en entornos íntimos.

La ciencia continúa investigando los vínculos entre el olor y la conducta social. Sin embargo, por ahora, la infidelidad sigue siendo una cuestión conductual más que química.