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El misterio del vuelo 232: 26 años después, descubren los restos en glaciar del Chimborazo

Tras 26 años de búsqueda, andinistas hallaron los restos del vuelo Saeta 232 en el glaciar del Chimborazo, uno de los accidentes aéreos más enigmáticos de Ecuador.
Los restos del Vuelo 232 de Saeta fueron encontrados después de 26 años. (El Universo)
Los restos del Vuelo 232 de Saeta fueron encontrados después de 26 años. (El Universo)
Los restos del Vuelo 232 de Saeta fueron encontrados después de 26 años. (El Universo)
Los restos del Vuelo 232 de Saeta fueron encontrados después de 26 años. (El Universo)

Redacción

Redacción ED.

El vuelo 232 de la aerolínea Saeta, desaparecido el 15 de agosto de 1976 con 59 personas a bordo, fue hallado 26 años después en el glaciar del volcán Chimborazo, Ecuador, tras décadas de incertidumbre, rumores y teorías sobre su destino. La aeronave, un Vickers Viscount 785D, cubría la ruta Quito–Cuenca cuando se estrelló contra el macizo andino.

El vuelo 232 y su desaparición

La mañana del domingo 15 de agosto de 1976, un avión de la Sociedad Anónima Ecuatoriana de Transportes Aéreos (Saeta) despegó desde el aeropuerto Mariscal Sucre de Quito, con destino a Cuenca. El vuelo, identificado como Saeta 232, debía durar 55 minutos. A bordo viajaban 55 pasajeros y 4 tripulantes.

El último contacto radial ocurrió cerca de Ambato, donde el piloto reportó normalidad. Poco después, se perdió la comunicación. A las 09h00, la aeronave fue declarada en emergencia. Inmediatamente se iniciaron búsquedas aéreas y terrestres en la cordillera del Condorazo, sin éxito. Las condiciones climáticas dificultaron las labores. La falta de hallazgos concretos dio paso a especulaciones sobrenaturales y teorías no verificadas, incluyendo secuestros por guerrillas o incluso abducciones alienígenas, señala una publicación del portal Infobae.

Un hallazgo inesperado tras 26 años

En el año 2002, el andinista Miguel Cazar localizó fragmentos metálicos y restos humanos en un glaciar del volcán Chimborazo, a más de 6.200 metros sobre el nivel del mar. Posteriormente, los montañistas Flavio Armas y Pablo Chíquiza confirmaron el hallazgo en expediciones posteriores.

Los restos coincidían con características del avión siniestrado. En una de las excursiones junto a miembros de la Brigada de Fuerzas Especiales “Patria” de las Fuerzas Armadas del Ecuador, se identificaron objetos personales, incluyendo una cédula de identidad de uno de los pasajeros.

Los andinistas relataron que el hallazgo fue compartido con el militar en servicio pasivo Galo Arrieta, quien condicionó la difusión del descubrimiento a que el entonces presidente Lucio Gutiérrez fuera informado primero. Esto retrasó la comunicación pública del suceso.

Reacciones institucionales y controversia

El retraso en la divulgación del hallazgo generó controversia. El Congreso Nacional, la Policía y otras autoridades solicitaron explicaciones. Arrieta admitió haber ocultado la información, justificando que “el presidente debía enterarse antes que nadie”.

En paralelo, la ciudadana alemana Heidrun Houp de Gallegos, quien perdió a su hijo de 11 años en el accidente, publicó un libro titulado Hannes: ¿qué significa el tiempo para una montaña?, en el que reveló que el silencio fue impuesto por un ex miembro de la Inteligencia Militar, bajo el argumento de “preparar al país para la noticia”.

El volcán Chimborazo, por su altitud y condiciones extremas, dificultó el acceso a la zona del impacto durante décadas. Las tareas de recuperación no permitieron recuperar los restos completos de los pasajeros ni de la tripulación. El sitio fue declarado Camposanto por las autoridades.

El azar que salvó vidas

Según registros del diario El Universo, algunas personas cedieron sus boletos a familiares, evitando subir al avión ese día. Entre ellos, Adolfo Corral, quien entregó su asiento a su nuera, y Petricio Veintimilla, quien permitió que su sobrino abordara en su lugar. Estas decisiones, aparentemente triviales, les salvaron la vida.

El caso del vuelo Saeta 232 es considerado uno de los mayores misterios aéreos del Ecuador, tanto por la magnitud del accidente como por el largo periodo en que los restos permanecieron sin ser hallados.

Contexto técnico y geográfico

El Vickers Viscount 785D era un avión turbohélice de cuatro motores, utilizado en rutas comerciales regionales. Su ruta habitual, entre Quito y Cuenca, implicaba sobrevolar la Cordillera de los Andes, donde el Chimborazo representa un riesgo significativo por su altitud.

Las operaciones de búsqueda en 1976 se vieron limitadas por condiciones meteorológicas adversas, falta de tecnología satelital y lo escarpado del terreno. La información del último contacto fue insuficiente para precisar la ubicación del impacto.

El hallazgo en 2002 marcó un hito en la historia de la aviación ecuatoriana, al cerrar una parte del capítulo abierto en 1976. Sin embargo, muchos de los cuerpos no pudieron ser identificados, y el misterio que rodeó el accidente perdura en la memoria colectiva. (10).

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