Cortar la respiración de los hinchas en un penal decisivo en un Mundial lanzándolo a lo Panenka, formar parte del libro Guinness por la cantidad de equipos defendidos y hacer del 13 su número de la buena suerte son algunas pizcas de ‘locura’ que deja atrás desde este viernes el futbolista uruguayo Sebastián Abreu.
Con 44 años, el delantero, cuya retirada era casi asunto de Estado -hasta el punto de que el año pasado protagonizó una campaña publicitaria para una empresa uruguaya de pagos, que incluso contó con periodistas que ‘dejaban caer’ la noticia de su adiós-, decidió colgar las botas en esta jornada, tras el partido que su equipo, el Sud América, disputó contra el Liverpool -el mismo al que se enfrentó en su debut en 1995-.
De esta forma, confirmó aquello que apuntó a Efe en 2019, durante una entrevista en Uruguay nada más batir el récord Guinness de clubes, en la que, entre risas, dijo que “casi seguro” no seguiría jugando en 2030.
El jugador, que solo se quitó el 13 de la camiseta cuando jugó en El Salvador por evitar identificarse con una mara (pandilla juvenil) y que incluso logró que en Brasil ‘descolgaran’ la del histórico Mario Lobo Zagallo para que pudiera vestirla él, ha dicho alguna vez que es su “número amuleto para la vida”, al punto que su teléfono termina así, elige asiento de avión y habitaciones con él o juega a contar matrículas de coches como cábala.
Como el jugador que más camisetas ha defendido en la historia del fútbol mundial entró en el Guinness en 2019, al sumar su vigésimo noveno equipo, el Boston River uruguayo. A ellos agregó dos más, el Athletic Club brasileño y el actual, Sud América, por lo que suma 31 clubes en su carrera.
A lo Panenka. Conocido por sus excentricidades, ha sido entrenador, comentarista y presentador de concursos de televisión y no esconde su sueño, algún día, de dirigir a la selección de Uruguay.
“Todo entrenador que está en el fútbol uruguayo, que está en la A, la B, la C, tiene ese sueño. Todo entrenador que arranca sueña con progresar, entrenar equipos buenos y tener la ‘chance’ de entrenar la selección. Y no escapa a mis sueños, a mi deseo, ser entrenador de la selección”, dijo en la mencionada entrevista con Efe.
Nacido en Minas (este) el 17 de octubre de 1976, protagonizó uno de los momentos más memorables de su carrera en el Mundial de Sudáfrica 2010, siendo ya uno de los veteranos de la selección, cuando marcó el penalti decisivo frente a Ghana que puso a Uruguay en las semifinales.
Probablemente ese partido haya sido uno de los más emocionantes de las últimas ediciones del torneo, con escenas como la mano en el área de Luis Suárez para salvar de un gol a su equipo o la tanda de penaltis.
En ella, Abreu lanzó el definitivo a lo Panenka y se convirtió en la diana que ‘el Loco’ más festejó con Uruguay en su extensa carrera de más de 400 goles, como reconoció en alguna ocasión.
Por el mundo. La trayectoria del ‘Loco’ comenzó en 1994 en el Defensor Sporting de su país, en el que debutó el 4 de junio de 1995. En Uruguay también jugó en su querido Nacional (por el que pasó cinco veces), el Central Español, el Boston River y el Sud América.
En Argentina jugó en San Lorenzo, River Plate y Rosario Central, mientras que en Brasil jugó en Gremio, Botafogo, Figueirense, Bangu, Rio Branco y Athletic Club.
El país en el que más equipos jugó fue México, donde defendió a Tecos, Cruz Azul, América, Dorados de Sinaloa, Monterrey, San Luis y Tigres; en América Latina también pasó por el Aucas ecuatoriano, el Sol de América paraguayo, el Santa Tecla salvadoreño y los chilenos Puerto Montt, Audax Italiano y Deportes Magallanes.
Además, estuvo en los españoles Deportivo de La Coruña y Real Sociedad, el israelí Beitar Jerusalém y el griego Aris Salónica.
El zurdo de casi dos metros de altura lleva más de 400 goles convertidos y a los 31 clubes profesionales de su carrera debe sumar el Minas de su localidad natal y la Celeste, con la que debutó en 1996, disputó tres Copas de América -de las cuales ganó una en 2011- y dos Mundiales, el de Corea y Japón 2002 y Sudáfrica 2010.
Máximo goleador en varios torneos, ganador de títulos nacionales en Argentina, Uruguay, Brasil y El Salvador e incluso de un título como técnico, en el Santa Tecla, su adiós deja las canchas huérfanas de una locura que ahora llevará a los banquillos.