No hay persecuciones, explosiones ni melodramas en Spotlight. Pero hay algo mucho más poderoso: la verdad. Esa verdad incómoda, escondida durante décadas, que un pequeño grupo de periodistas del Boston Globe se empeñó en sacar a la luz. Y lo logró. En 2002, el equipo de investigación del periódico, conocido como Spotlight, emprendió una pesquisa que cambiaría para siempre la relación entre la Iglesia católica y la opinión pública.
Un grupo de periodistas comenzó a seguir una pista que muchos preferían ignorar: los reiterados abusos sexuales cometidos por sacerdotes en Massachusetts y la manera sistemática en que la archidiócesis de Boston, bajo el mando del cardenal Bernard Law, los había encubierto.
La estrategia de la iglesia
Lo que parecía un caso aislado pronto reveló un patrón estructural. Los reporteros descubrieron que la Iglesia trasladaba a los sacerdotes abusadores de parroquia en parroquia, sin informar a las autoridades ni a las comunidades afectadas. La política interna era proteger la institución a toda costa, incluso si eso implicaba ignorar el sufrimiento de las víctimas, muchas de ellas niños. El trabajo de Spotlight identificó a 87 sacerdotes responsables de abusos solo en Boston.
Pero llegar a publicar esa verdad no fue fácil. Los periodistas enfrentaron múltiples obstáculos: abogados que se negaban a colaborar por haber encubierto los crímenes, víctimas que desconfiaban de los medios tras años de silencio y una sociedad que, en ese momento, se resistía a creer que una institución tan poderosa y respetada pudiera albergar semejante horror. A esto se sumó el inesperado aplazamiento de la publicación, debido a los atentados del 11 de septiembre de 2001, que desviaron momentáneamente la atención mundial.
Finalmente, en enero de 2002, la serie de artículos fue publicada. El impacto fue devastador. La Iglesia quedó en el centro de una crisis sin precedentes. El cardenal Law renunció meses después y, aunque fue trasladado a un cargo en el Vaticano, su figura quedó marcada por el escándalo hasta su muerte en 2017. El caso de Boston se replicó en otras partes del mundo, desde Irlanda hasta América Latina, donde miles de víctimas comenzaron a romper el silencio.
Los premios del periodismo y el cine
El Boston Globe publicó más de 600 artículos sobre el tema. Su cobertura recibió el Premio Pulitzer al Servicio Público en 2003. Años después, Walter Robinson, editor general en el Boston Globe, narraría en el Informe Nieman de Harvard los detalles del proceso que derivó en más de 900 informes de investigación. El libro Traición: La crisis en la Iglesia católica amplió aún más el alcance de la historia.
La película Spotlight, dirigida por Tom McCarthy y estrenada en 2015, es una fiel adaptación de este proceso. A diferencia de otras producciones sobre medios, no glorifica a los periodistas como héroes individuales, sino que muestra su esfuerzo colectivo, su paciencia y su ética profesional. El filme fue reconocido con dos premios Óscar: mejor película y mejor guion original, y aplaudido por críticos y audiencias por su realismo y sensibilidad.
La historia seguía viva
En 2016, el Boston Globe creó una sección digital especial para recopilar todos los artículos y documentos relacionados con el caso. La historia seguía viva. La herida seguía abierta. En palabras del director Tom McCarthy: “Spotlight no buscaba dramatizar, sino entender. Mostrar cómo una sociedad entera puede mirar hacia otro lado ante algo tan atroz, y cómo un pequeño grupo de periodistas decidió no hacerlo”.
Así, Spotlight no solo denuncia un crimen, sino que reivindica el rol del periodismo cuando cumple su misión esencial: decir la verdad, incluso cuando duele. Es una historia de horror, sí, pero también de justicia y, sobre todo, de coraje.
