Juan Fernando Hermosa, un joven de 15 años conocido como “El niño del terror”, se convirtió en el asesino en serie más joven de la historia de Ecuador al arrebatarle la vida a un total de 22 personas en apenas cuatro meses. El adolescente, que vivía en Quito, fue capturado el 9 de enero de 1992 tras una balacera con la policía que dejó a su madre muerta. Este caso conmocionó al país por la brutalidad de los crímenes y la corta edad de su autor.
Juan Fernando Hermosa Suárez, nacido en la provincia costera de Los Ríos el 28 de febrero de 1976, fue adoptado por Olivo Hermosa Fonseca y Zoila Amada Suárez. Creció en un barrio al norte de Quito, donde su padre se ausentaba con frecuencia debido a sus propiedades en el oriente ecuatoriano. Mientras tanto, su madre, que sufría de artritis y sordera, quedaba a su cuidado.
A pesar de su delgada complexión, la mirada de Hermosa, según las crónicas de la época, revelaba un halo de misterio. Al llegar a la adolescencia, el joven frecuentaba bares y salas de juegos electrónicos, donde se convirtió en el líder de una pandilla de diez adolescentes de su edad, que la opinión pública apodaría más tarde “La pandilla del terror”.
Los crímenes de Juan Fernando Hermosa
El 22 de noviembre de 1991, Hermosa y sus amigos, saliendo de una discoteca cerca del Puente del Guambra en Quito, detuvieron un taxi marca San Remo. Una vez en el vehículo, Hermosa sacó una pistola de 9 mm y le disparó al conductor en la cabeza, matándolo al instante. La pandilla condujo el auto hacia el suroriente de la ciudad, donde arrojaron el cuerpo en una guardarraya. El cadáver fue encontrado por la Policía Nacional al día siguiente.
Apenas siete días después, Hermosa se dirigió a la peluquería de Charlie, un travesti a quien solía visitar. Hermosa, acompañado por algunos miembros de su pandilla, bebió alcohol con Charlie, quien los invitó a continuar la fiesta en su casa. Una vez allí, se desató una pelea y Hermosa utilizó su pistola para dispararle cinco veces a su peluquero cuando este intentó pedir ayuda.
Los registros indican que las víctimas de Hermosa eran principalmente taxistas y homosexuales. El adolescente elegía a los taxistas que conducían vehículos marca San Remo, ya que, según las declaraciones de los miembros de la pandilla, estos vehículos no se apagaban al subir las empinadas calles de Quito. Los crímenes se cometían, en su mayoría, durante los fines de semana.
La captura y el juicio
La ola de crímenes se detuvo el 9 de enero de 1992, cuando la policía, gracias a la delación de Tomás Angulo, miembro de la pandilla capturado en otro operativo, pudo dar con el paradero de Hermosa. El mayor Fausto Terán lideró un escuadrón que llegó a la casa del adolescente a las 03:00 de la madrugada.
Los agentes entraron por un tragaluz en la habitación que creían era la de Hermosa, pero el joven se encontraba durmiendo en el cuarto de su madre. Hermosa, al advertir la presencia policial, empuñó su arma y comenzó a disparar. El enfrentamiento duró unos quince minutos y en el fuego cruzado, la madre de Hermosa, Zoila Amada Suárez, murió. El joven, sin un solo rasguño, fue capturado tras haber arrojado una granada que tumbó una pared y cayó sobre dos policías.
Tras su captura, Juan Fernando Hermosa pronunció sus primeras palabras: “Quiero dejar en claro que mi nombre es Juan Fernando Hermosa Suárez y que el 28 de febrero cumplo 16 años”. Al ser menor de edad, fue sentenciado a la pena máxima que la ley ecuatoriana de ese entonces permitía para un menor: cuatro años de prisión. En sus declaraciones, el adolescente confesó haber cometido los crímenes, pero aseguró que su intención no era matar.
Fuga, recaptura y muerte
En la cárcel, Hermosa rápidamente volvió a asumir el rol de líder. Apenas 16 meses después de su ingreso, se fugó junto a 10 adolescentes más, tras recibir un arma de fuego de su novia. En su huida, mató a un policía que intentó detenerlos.
Aunque logró huir a Colombia, fue recapturado y devuelto a Ecuador para completar su sentencia. En 1996, recobró la libertad y se trasladó a Sucumbíos, en la Amazonía ecuatoriana, para vivir con su padre.
Su cuerpo fue encontrado sin vida a orillas del río Aguarico el 28 de febrero de 1996, el mismo día que cumplía 20 años. El cadáver presentaba orificios de bala, cortes de machete y las manos atadas con alambre. Su rostro era irreconocible. La identificación fue posible gracias a los documentos que llevaba en su billetera, entre ellos, la boleta de libertad y un recorte de periódico.
Juan Fernando Hermosa, el “Niño del terror”, pasó a la historia de Ecuador como el asesino en serie más joven, un caso que, a más de 30 años de los hechos, sigue siendo uno de los más notorios y brutales en la memoria criminal del país. (10).