El 12 de septiembre de 1977, Steve Biko, líder del movimiento Conciencia Negra, murió en un hospital de Pretoria, Sudáfrica, tras ser torturado por policías en Port Elizabeth. Su muerte, atribuida inicialmente a una huelga de hambre, fue un asesinato para silenciar su lucha contra el apartheid.
Steve Biko, nacido el 18 de diciembre de 1946 en Tarkastad, provincia de Cabo Oriental, fue un activista sudafricano de etnia xhosa. Estudió medicina en la Universidad de Natal, pero su activismo político comenzó en su juventud. En 1968, fundó la Asociación de Estudiantes Sudafricanos (SASO), que promovió el movimiento de Conciencia Negra, un concepto que redefinía la identidad de los oprimidos por el apartheid, incluyendo negros, indios y mestizos.
Biko abogaba por la emancipación psicológica y política, instando a los negros a rechazar la inferioridad impuesta por el régimen.
El apartheid
El apartheid, un sistema de segregación racial instaurado en 1948, otorgaba el control político y económico a la minoría blanca, los afrikaaners, sobre la mayoría negra. Este régimen se sostenía mediante leyes discriminatorias, represión, encarcelamientos y violencia sistemática. Biko, con su mensaje de orgullo y resistencia, se convirtió en una amenaza para este sistema opresivo. En 1977, Biko era considerado un enemigo clave del régimen sudafricano.
Su activismo lo llevó a ser arrestado múltiples veces, bajo leyes que permitían detenciones sin cargos formales. El arresto y la tortura en Port ElizabethEl 18 de agosto de 1977, Steve Biko fue detenido en un control policial en Port Elizabeth por violar una orden de restricción que limitaba sus movimientos y actividades. Lo acusaron de difundir propaganda antiapartheid.
Inicio del calvario
En la comisaría de Walmer, comenzó un calvario de 24 horas de torturas. Según testimonios posteriores, a Biko lo encadenaron a una puerta, golpeado brutalmente y azotado con una manguera durante los interrogatorios. Los oficiales Harold Snyman y Gideon Nieuwoudt, entre otros, participaron en las sesiones de tortura. Biko sufrió graves lesiones, incluyendo traumatismos craneales que lo dejaron en estado crítico. A pesar de su condición, no recibió atención médica adecuada durante días.
El 11 de septiembre de 1977, tras entrar en coma, fue trasladado en la parte trasera de una camioneta policial desde Port Elizabeth hasta un hospital en Pretoria, a más de 1,100 kilómetros. Durante el traslado, desnudo y esposado, su estado empeoró gravemente. La muerte y el encubrimiento oficial. El 12 de septiembre de 1977, Steve Biko murió en una cama de hospital en Pretoria. Tenía 30 años.
Confirman las muertes
Las autoridades sudafricanas afirmaron que su muerte fue consecuencia de una huelga de hambre, una versión respaldada inicialmente por el médico que lo examinó, quien afirmó no observar lesiones visibles. Sin embargo, una autopsia posterior reveló lesiones cerebrales severas, hematomas y fracturas, incompatibles con la narrativa oficial. El entonces ministro de Justicia, Jimmy Kruger, defendió la versión de la huelga de hambre, desatando indignación en Sudáfrica y a nivel internacional.
Las protestas que siguieron fueron reprimidas con violencia, dejando decenas de muertos y cientos de heridos. La comunidad internacional, incluyendo las Naciones Unidas, condenó el hecho y exigió investigaciones.
La verdad sale a la luz: confesiones en la Comisión para la Verdad
En 1997, durante las audiencias de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, creada tras el fin del apartheid para investigar crímenes del régimen, los oficiales Harold Snyman y Gideon Nieuwoudt admitieron su participación en las torturas. Snyman confesó que Biko fue golpeado brutalmente y encadenado, mientras Nieuwoudt reconoció haberlo azotado con una manguera. Ambos solicitaron amnistía, argumentando que actuaron bajo órdenes.
Otros oficiales implicados, como Ruben Marx y Johan Beneke, también testificaron, confirmando la violencia sistemática contra Biko. Sin embargo, la Comisión denegó la amnistía a los implicados, considerando que los actos fueron desproporcionados y no justificables. A pesar de las confesiones, ningún responsable enfrentó cargos penales significativos, lo que generó críticas de organizaciones de derechos humanos.
El impacto de la muerte de Biko
La muerte de Steve Biko marcó un punto de inflexión en la lucha contra el apartheid. Su asesinato galvanizó a la población sudafricana y atrajo la atención mundial hacia las injusticias del régimen. Organizaciones como el Congreso Nacional Africano (ANC) y el movimiento de Conciencia Negra intensificaron sus esfuerzos, mientras que sanciones internacionales contra Sudáfrica se endurecieron.
El concepto de Conciencia Negra de Biko inspiró a generaciones, promoviendo la autoestima y la resistencia cultural entre los oprimidos. Su frase “lo negro es hermoso” se convirtió en un lema global de empoderamiento. En 1994, cuando Nelson Mandela asumió la presidencia tras las primeras elecciones democráticas, reconoció a Biko como un mártir clave en la lucha por la libertad.
Legado y reconocimiento póstumo
Steve Biko es recordado como un símbolo de resistencia y dignidad. En Sudáfrica, múltiples instituciones llevan su nombre, incluyendo hospitales, escuelas y fundaciones. Su vida inspiró libros, documentales y la película Cry Freedom (1987), dirigida por Richard Attenborough, que narró su historia al mundo.
La Fundación Steve Biko, creada por su familia, preserva su legado mediante programas educativos y de derechos humanos. En 2017, al cumplirse 40 años de su muerte, se realizaron homenajes en Sudáfrica y otros países, destacando su influencia en los movimientos de justicia racial.
Contexto histórico del apartheid
El apartheid, vigente desde 1948 hasta 1994, dividió a Sudáfrica en zonas raciales, restringiendo los derechos de la población negra en educación, vivienda y empleo. Las leyes permitían detenciones arbitrarias y prohibían la organización política de los no blancos. La resistencia, liderada por figuras como Biko, Mandela y Desmond Tutu, enfrentó una represión brutal, pero logró desmantelar el sistema tras décadas de lucha.
La muerte de Biko no solo expuso la crueldad del régimen, sino que también evidenció la complicidad de instituciones, como el sistema médico, que encubrió los crímenes. Su caso sigue siendo un recordatorio de los costos humanos de la opresión racial.