Dormir es mucho más que cerrar los ojos. Se trata de un proceso vital que sostiene la salud física, mental y emocional, pero que suele ser el más olvidado en medio de las exigencias diarias. Así lo afirmó Adolfo Brinkmann, conocido como el “doctor sueño”, durante una entrevista en Manavisión Plus, donde compartió técnicas y consejos para mejorar la calidad del descanso.
El sueño, pilar de la salud integral
Brinkmann destacó que la sociedad suele enfocarse en la dieta y el ejercicio, pero descuida el sueño, cuando en realidad este es el pilar que sostiene todos los demás hábitos saludables. “Es difícil tener buena alimentación o un buen entrenamiento si no se duerme adecuadamente”, subrayó.
El experto recordó que el descanso de calidad influye directamente en la salud mental, el rendimiento físico y la estabilidad emocional. No dormir bien, en cambio, debilita el sistema inmunológico, altera el estado de ánimo y afecta la concentración.
¿Cuántas horas necesitamos realmente?
Para un adulto promedio, la recomendación es dormir entre siete y nueve horas cada noche. Menos de siete, advirtió, puede ser insuficiente para que el cuerpo cumpla con sus procesos de recuperación. “Si mi día empieza a las seis de la mañana, debo calcular hacia atrás para acostarme entre las 10 y 11 de la noche. El sueño no es automático, necesitamos un espacio previo para relajarnos”, explicó.
Ese tiempo de preparación incluye actividades relajantes como leer, meditar, rezar o tomar una ducha, que ayudan a bajar revoluciones y desconectar la mente de las preocupaciones cotidianas.
Los ciclos del sueño: fases y reparo
Brinkmann explicó que el sueño se organiza en ciclos de 80 a 90 minutos que incluyen fases de sueño ligero, profundo y la conocida fase REM (movimientos oculares rápidos), donde aparecen los sueños. “En una noche completa pasamos por 4 o 5 ciclos. Si nos despiertan en medio de una fase profunda, nos sentimos desorientados. En cambio, si la interrupción ocurre al final de un ciclo, el despertar es más natural”, indicó.
Esto explica por qué una siesta de 30 minutos o de una hora y media puede resultar reparadora, incluso sin alcanzar las ocho horas de sueño nocturno.
El enemigo silencioso: el cortisol
El experto advirtió que el exceso de estrés genera cortisol, una hormona que mantiene al cuerpo en estado de alerta y puede impedir dormir, aunque exista cansancio físico o mental. Por eso, recomendó no dejar las preocupaciones para la noche, sino resolverlas durante el día.
Además, sugirió establecer rutinas relajantes antes de acostarse y evitar el uso excesivo de pantallas, que también interfieren en la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño.
El ambiente perfecto para dormir
El entorno del dormitorio también influye en la calidad del descanso. Brickman sugirió tres claves:
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Oscuridad total, que favorece la producción de melatonina.
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Silencio o reducción de ruidos, para evitar interrupciones.
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Temperatura fresca, sin calor excesivo ni frío extremo.
En ciudades costeras como Portoviejo o Manta, donde el clima suele ser caluroso, recomendó ventilar la habitación o usar ventiladores y aire acondicionado.
Y en el caso de los niños…
Los más pequeños también requieren hábitos de sueño saludables. Sin embargo, muchos sienten miedo a la oscuridad. Brinkmann aconsejó acompañarlos con rutinas tranquilizadoras, como leer un cuento antes de dormir, y si es necesario, dejar una luz tenue en tonos cálidos (rojo o naranja), ya que no interfiere con la producción de melatonina. “La idea es que los niños se sientan seguros y logren dormir progresivamente solos”, apuntó.