La confirmación del Ministerio de Salud Pública sobre la causa de muerte de neonatos en un hospital de Guayaquil evidencia la necesidad de reforzar los protocolos sanitarios en el país. Se trató de una bacteria, no de cánulas contaminadas, como se dijo inicialmente.
No es un hecho aislado. En distintos hospitales de Ecuador se han registrado muertes por contagios con microorganismos peligrosos en áreas que deberían mantenerse estériles. Esto plantea un serio problema de control y supervisión en los centros asistenciales.
En algunos casos, médicos recomiendan a los familiares llevar a los pacientes a casa para evitar contagios hospitalarios. Tal situación es inaceptable en un sistema de salud que debe garantizar seguridad y calidad en la atención.
El cumplimiento estricto de protocolos de desinfección, limpieza y control microbiológico no es opcional, sino una obligación. Estos procedimientos deben aplicarse de forma preventiva y activarse de inmediato ante cualquier alerta.
El fortalecimiento de la capacitación del personal y la supervisión permanente son pasos indispensables. La salud pública no puede depender de reacciones improvisadas, sino de sistemas sólidos y confiables.
Reducir al mínimo los riesgos de infección hospitalaria es un compromiso que el Estado debe asumir con urgencia.