“En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mire”, dice una frase del poeta y pensador español Ramón de Campoamor.
Muchos han afirmado que, en toda conflagración o guerra entre naciones, lo primero que perece es la verdad. Cada país en disputa cuenta con sus sistemas de comunicación, cuya tarea es informar o desinformar sobre lo que acontece en medio del conflicto.
Cuando ejercía funciones consulares en Venezuela se inició la guerra del Cenepa. El Gobierno de Fujimori se las ingeniaba para conseguir que, en medios escritos, radiales y televisivos internacionales, se difundieran mentiras lesivas a la posición ecuatoriana. En mi doble condición de cónsul y periodista, cumplí con la tarea de desmentir aquellas falacias, que por fortuna fueron acogidas por medios venezolanos que actuaron con ética periodística. Por esta actitud, concluido el conflicto del Cenepa, el presidente Sixto Durán Ballén tuvo la bondad de reconocer mi trabajo patriótico.
Hay quienes todavía ponen en duda que el Apolo 11 haya llegado a la Luna en 1969. Los escépticos se preguntan por qué, a pesar de los avances tecnológicos, esa hazaña no se ha repetido con la misma magnitud. También existen incrédulos que no creen que Osama Bin Laden, señalado como autor intelectual de los atentados contra las Torres Gemelas en Nueva York, realmente haya muerto, ya que su cuerpo nunca fue exhibido ni se le sometió a juicio.
En la actualidad, muchos políticos y críticos cuestionan que una lancha de supuestos narcotraficantes fuera hundida por misiles estadounidenses, pues aseguran que el Caribe no es la ruta habitual de los carteles. Por ello, sostienen que la presencia de grandes barcos de guerra podría tener otro propósito, y han llegado a decir que el hundimiento fue un montaje con inteligencia artificial.
En este mundo convulso y desconcertado, la gente no sabe en quién confiar. También se duda de que las llamadas bases militares extranjeras sirvan realmente para combatir el narcotráfico; se pone como ejemplo que en Colombia existen bases de este tipo y, a pesar de ello, la producción de coca sigue en aumento. Se dice que mientras haya consumo, existirá este negocio nefasto.
En cuanto a Ecuador, se cuestiona que el alza del IVA al 15 % haya servido para enfrentar la delincuencia, pues es evidente que la criminalidad sigue en aumento. Mientras tanto, se derrocha dinero del Tesoro Público en abundante publicidad oficial bajo el eslogan “El nuevo Ecuador”, aunque los hospitales sigan en crisis, pese a lo que diga el ministro de Salud, y los enfermos continúen deambulando en busca de medicinas y atención oportuna.