Ecuador enfrenta un gran desafío en su lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. La cooperación internacional, especialmente la proveniente de Estados Unidos, resulta fundamental para fortalecer las capacidades estatales en este combate.
El apoyo recibido hasta ahora en inteligencia, equipamiento y financiamiento es un paso importante. Pero el país requiere acciones más profundas y sostenibles que garanticen un control efectivo sobre el tráfico de drogas. Una medida determinante sería retomar la instalación de una base de control antidrogas, capaz de vigilar rutas y desarticular estructuras criminales con mayor eficacia.
La magnitud del problema trasciende lo policial, pues el narcotráfico socava la economía, corrompe instituciones, genera violencia y deteriora los valores sociales. Cuando la delincuencia penetra en la justicia y en la política, el riesgo de convertirse en un narcoestado se vuelve una amenaza real.
Por ello, es necesario que Ecuador aproveche cada espacio de cooperación para blindar sus instituciones y recuperar la confianza ciudadana. Por ello, este ofrecimiento debe entenderse como una oportunidad. La defensa de la soberanía no se mide rechazando la ayuda de otros países, sino utilizándola de manera estratégica para proteger la paz interna.