Promover hábitos alimenticios saludables desde la infancia es fundamental para prevenir la obesidad y enfermedades crónicas, según investigaciones en Ecuador y América Latina. Reducir grasas sólidas, sal y azúcar, y priorizar verduras y frutas en la dieta infantil son medidas clave respaldadas por expertos. En un contexto donde la obesidad infantil afecta al 36% de los niños ecuatorianos de 5 a 11 años, según un estudio de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), estas prácticas son esenciales para el desarrollo saludable. La creciente prevalencia de obesidad infantil en la región, reportada en un 30% en países como Chile, subraya la urgencia de intervenir desde edades tempranas.
Evidencia científica regional
Un estudio de la PUCE (2024), basado en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2018), analizó a 10,807 niños ecuatorianos y encontró que el 36% de los menores de 5 a 11 años presentan sobrepeso u obesidad. Factores como el aumento de edad y el consumo de alimentos ultraprocesados incrementan el riesgo. La doctora Betzabé Tello, investigadora del Centro de Investigación para la Salud en América Latina (CISeAL), destaca: “Es crucial implementar medidas preventivas desde la infancia, como dietas ricas en frutas y verduras, para contrarrestar estas tendencias”.
En un contexto latinoamericano, un estudio publicado en Food and Nutrition Bulletin (2004) por Uauy y Monteiro señala que el aumento de obesidad en la región se relaciona con el acceso a alimentos ultraprocesados y el sedentarismo. Los expertos recomiendan dietas con baja densidad energética, priorizando vegetales y frutas, para reducir riesgos metabólicos. En Chile, donde el 30% de los niños presentan obesidad, la nutricionista Claudia Bugueño enfatiza: “Los hábitos familiares son determinantes; los padres deben modelar conductas saludables”.
Estrategias prácticas para las familias
Para establecer hábitos saludables, los expertos sugieren llenar la mitad del plato con verduras variadas, como espinacas o zapallos, preparados con métodos atractivos como al horno con especias. Además, se recomienda ofrecer al menos dos porciones de frutas diarias, como bananos o naranjas, en lugar de dulces. Cocinar con aceites saludables, como el de canola, y reducir la sal a menos de 5 gramos diarios en niños mayores de dos años son prácticas clave.
Asimismo, involucrar a los niños en la cocina fomenta su interés por alimentos nutritivos. En Ecuador, programas como los impulsados por UNICEF promueven la educación nutricional en escuelas, enseñando a familias a preparar comidas equilibradas. Estas iniciativas han mostrado una reducción del 21% en el riesgo de obesidad cuando se combina con actividad física regular.
Antecedentes de hábitos en la región
La obesidad infantil en América Latina ha crecido drásticamente. En Ecuador, el 29.9% de los niños de 5 a 11 años presentaban sobrepeso u obesidad en 2015, según ENSANUT, un porcentaje que aumentó al 36% en 2024. En México, la prevalencia alcanzó el 35% en niños urbanos, mientras que Chile lidera con un 30% en niños, según The Lancet (2022). Factores como la urbanización, el acceso a comida rápida y la publicidad de ultraprocesados han transformado los patrones alimenticios desde los años 90.
La pobreza también agrava el problema. En Ecuador, el 49.4% de los niños viven en condiciones de pobreza, lo que limita el acceso a alimentos frescos. Sin embargo, programas comunitarios, como huertos escolares, han mostrado éxito en comunidades rurales al aumentar el consumo de vegetales.
Hábitos prácticos para implementar
- Planifica menús semanales: Incluye verduras en al menos dos comidas diarias, variando colores y texturas.
- Haz las frutas accesibles: Mantén frutas frescas cortadas en el refrigerador para snacks rápidos.
- Reduce sal y azúcar gradualmente: Usa hierbas como orégano o albahaca y endulzantes naturales como miel.
- Cocina en familia: Enseña a los niños recetas saludables, como ensaladas coloridas, para despertar su interés.
- Fomenta la actividad física: Complementa la dieta con juegos al aire libre o deportes escolares.
Estas estrategias, respaldadas por estudios ecuatorianos y latinoamericanos, son accesibles y efectivas. Implementarlas desde la infancia garantiza un impacto positivo en la salud a largo plazo, reduciendo la prevalencia de obesidad y enfermedades asociadas en la región.