El ahorro en la tercera edad se ha convertido en una necesidad urgente para jubilados y adultos mayores, quienes enfrentan el desafío de administrar pensiones limitadas en medio del aumento del costo de vida. Organizaciones financieras y especialistas en economía familiar recomiendan estrategias específicas para garantizar estabilidad económica durante esta etapa.
De acuerdo con el economista Ricardo Menéndez, más del 40 % de los adultos mayores dependen únicamente de su pensión, mientras que un porcentaje significativo complementa sus ingresos con trabajos ocasionales o apoyo familiar. La situación obliga a planificar cuidadosamente los recursos para cubrir necesidades básicas como salud, vivienda y alimentación.
Planificación del presupuesto familiar
Ante ello, el economista recomienda elaborar un presupuesto mensual detallado, en el que se registren ingresos fijos, gastos indispensables y un porcentaje destinado al ahorro. Este control permite identificar fugas de dinero en consumos no prioritarios y reorganizar las finanzas.
Los adultos mayores jubilados deben priorizar el pago de servicios básicos y medicamentos, dejando un margen de ahorro, aunque sea pequeño. Según especialistas en finanzas señalan que destinar entre un 5 % y 10 % de la pensión a un fondo de reserva puede marcar la diferencia en situaciones imprevistas.
Fondos de emergencia y ahorro programado
La creación de un fondo de emergencia es otro pilar clave. “Este recurso debe cubrir entre tres y seis meses de gastos básicos, lo que otorga seguridad frente a contingencias como enfermedades o reparaciones del hogar”, manifiesta Menéndez.
Además, se recomienda el ahorro programado a través de entidades financieras que ofrecen cuentas especiales para adultos mayores. Estas cuentas permiten depósitos automáticos, generan intereses y evitan el uso inmediato del dinero, favoreciendo la disciplina financiera.
Estrategias para complementar ingresos
El ahorro puede fortalecerse mediante ingresos adicionales. Algunos jubilados optan por actividades de autoempleo, como la venta de productos caseros o el alquiler de habitaciones. En otros casos, las familias implementan un fondo intergeneracional, donde hijos y nietos aportan para cubrir gastos comunes.
Asimismo, los programas estatales y privados de apoyo a personas mayores ofrecen beneficios en transporte, salud y recreación, lo que contribuye indirectamente a reducir gastos y, por ende, a mejorar la capacidad de ahorro.
Educación financiera en la tercera edad
Organizaciones comunitarias y bancos desarrollan talleres de educación financiera para adultos mayores, donde se enseñan herramientas digitales para gestionar cuentas, evitar fraudes y manejar inversiones seguras. Estos programas buscan reducir la vulnerabilidad de este grupo frente a estafas o decisiones poco informadas.
El acceso a la banca digital permite a los jubilados controlar sus gastos desde el hogar, evitando desplazamientos y mejorando la organización de sus finanzas. No obstante, especialistas recomiendan siempre apoyo de familiares para reforzar la seguridad en las transacciones electrónicas.
Reducción de deudas y consumo responsable
Otro aspecto esencial es la reducción de deudas. Los adultos mayores que mantienen préstamos pendientes deben priorizar su cancelación para liberar ingresos destinados al ahorro. Evitar el uso excesivo de tarjetas de crédito y limitar compras innecesarias son medidas efectivas, señala.
El consumo responsable en la tercera edad implica evaluar cada gasto en función de su importancia real. Reducir servicios duplicados, aprovechar descuentos y optar por compras comunitarias son estrategias que permiten liberar recursos sin afectar la calidad de vida.
Perspectivas regionales
En América Latina, el desafío del ahorro en la tercera edad se relaciona con sistemas de seguridad social fragmentados y con pensiones bajas en comparación con el costo de vida. Según especialistas en finanzas, uno de cada tres adultos mayores enfrenta dificultades económicas al jubilarse.
Los gobiernos han impulsado programas de apoyo, pero los expertos coinciden en que la clave está en combinar la planificación personal, el respaldo familiar y la educación financiera para consolidar un entorno más estable para los jubilados.