Allison es una bebé de ocho meses que sufre una enfermedad rara



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El síndrome de agenesia de cuerpo calloso es una enfermedad catalogada como rara.

Quien lo padece tiene cierto retraso general en el desarrollo, sobre todo en las áreas motora, de coordinación, equilibrio, tono muscular y lenguaje.

Todos estos síntomas los padece Allison, una bebé de ocho meses que vive en el barrio San Agustín, en Manta.

Su madre, Cristina Quijije (29), relató que cuando la niña nació en el hospital Rodríguez Zambrano los médicos nunca le dijeron nada de la enfermedad.

Sin embargo, sentía que su bebé no estaba bien. Luego, por cuestiones respiratorias, quedó ingresada durante doce días en el hospital del IESS, donde le detectaron el síndrome.

Otro diagnóstico que le dieron fue colpocefalia, un trastorno en el cual se evidencia un crecimiento anormal de los surcos occipitales en el cerebro.

Eso significa que la niña nació sin una parte de su cabeza. A más de ello, tiene hipotonía en su cuerpo, es decir bajo tono muscular o debilidad. La hipotonía puede detectarse poco después del nacimiento a medida que el niño crece.

Según Cristina, los médicos le han dicho que esto pudo detectarse durante el embarazo, pero en el suyo no ocurrió nada. “Tuve todos mis controles, pero no sé qué pasó”, indicó.

El tres de febrero es una fecha triste para Cristina, porque fue el día en que, tras la ecografía, a su hija le dieron el diagnóstico final.

Sabe, de acuerdo a lo que los médicos le han dicho, que su hija no tendrá cura.

“Los doctores me han dicho que no podrá caminar y que probablemente tampoco escuche”, señaló.
Actualmente, lo que más necesita Cristina es que Allison sea atendida por un especialista neurólogo y otorrino pediatra.

Hace un mes organizaron la rifa de un quintal de arroz. Fueron 400 boletos, de los que se vendieron 370 a un dólar. Con ese dinero, la semana pasada la llevó a una consulta privada con una neuróloga infantil, donde sólo en la consulta gastó 65 dólares.

Ahora debe realizar una serie de exámenes y teme que el dinero no le alcance, señaló, pues solo uno de los exámenes (el auditivo) le cuesta 200 dólares.

Mientras tanto, Cristina seguirá intentando conseguir una cita con un especialista otorrino pediátrico en el IESS, pero espera que alguna fundación la ayude con los gastos médicos de la niña.

solo él trabaja. El único ingreso en casa de Cristina lo genera su esposo, Luis Menéndez (35), quien trabaja en una empresa.

Desde hace siete meses viven en casa de su suegra, en el barrio San Agustín. Allí, junto a su esposo y su hija, duermen en la sala, sobre un petate y una colchoneta.

Hasta que logre estabilizarse con su pequeña hija, piensa en conseguir un pequeño capital para emprender un negocio fuera de la casa donde vive, ya sea vendiendo empanadas o corviches.



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