La parroquia de Vilcabamba, ubicada a 40 kilómetros de Loja, en el sur de Ecuador, ha sido desmitificada como el “Valle de la Longevidad” tras investigaciones que revelan que sus habitantes no alcanzan edades extremas como se creía. Conocida por sus supuestos centenarios con salud excepcional, un estudio de 1978 demostró que las edades declaradas eran exageradas, y la persona más longeva tenía 96 años. A pesar de esto, el estilo de vida, el clima y la calidad del agua de Vilcabamba continúan atrayendo a científicos y turistas interesados en su entorno saludable.
Vilcabamba, situada a 1.700 metros sobre el nivel del mar, es un valle subtropical con temperaturas estables entre 18 y 22 grados centígrados. Su fama comenzó en la década de 1970, cuando la revista National Geographic la destacó como una de las “tres islas de la longevidad” junto a Abjasia y el valle de Hunza en Pakistán.
La investigación en Vilcabamba
Este reconocimiento atrajo a investigadores como Alexander Leaf de la Escuela de Medicina de Harvard, quienes estudiaron la relación entre la dieta, el estilo de vida y la salud cardiovascular de los habitantes. Inicialmente, los científicos quedaron sorprendidos por los bajos niveles de colesterol y la baja incidencia de enfermedades cardíacas en la población, mayoritariamente de ascendencia europea.
Un censo de 1971 reportó que, de una población de 819 personas, siete hombres y dos mujeres superaban los 100 años, algunos afirmando incluso haber vivido más de 140 años. Estos datos generaron un fenómeno internacional, atrayendo a médicos, naturalistas e incluso empresas tabaqueras interesadas en el “chamico”, un cigarro tradicional elaborado por los habitantes que, según reportes de The Baltimore Sun en 1994, no estaba vinculado a casos de cáncer pese a su consumo prolongado.
La investigación que desmontó el mito
Sin embargo, en 1978, un estudio exhaustivo liderado por Richard Mazess de la Universidad de Wisconsin-Madison y Sylvia Forman de la Universidad de California-Berkeley, presentado en los Institutos Nacionales de Salud en Bethesda, Maryland, desmontó el mito. Los investigadores encontraron que no había centenarios en Vilcabamba: la persona más longeva tenía 96 años, y la edad promedio de quienes afirmaban ser centenarios era de 86 años. Según un artículo del diario La Hora de 2024, la esperanza de vida en Vilcabamba era incluso menor que en Estados Unidos.
Los errores en las estimaciones iniciales se atribuyeron a dos factores principales. Primero, los habitantes exageraban sistemáticamente su edad, una práctica que, según Mazess y Forman, existía desde generaciones antes de la llegada de los investigadores. Un ejemplo fue Miguel Carpio Mendieta, quien afirmó tener 121 años a los 87 y 127 a los 91. Esta tendencia se intensificó con la publicidad internacional y el aumento del turismo.
Segundo, la confusión en los registros de nacimiento y bautismo, debido al uso recurrente de nombres idénticos en la comunidad, llevó a errores al identificar a las personas. Los investigadores corrigieron esto al verificar los nombres de los padrinos en los registros.
La migración: jóvenes y viejos
Otro factor que influyó en la percepción de longevidad fue la migración: los jóvenes tendían a abandonar Vilcabamba, mientras que los ancianos se asentaban allí, creando una proporción inusualmente alta de personas mayores. A pesar de la falta de longevidad extrema, los científicos reconocieron que el estilo de vida de Vilcabamba contribuye a la salud de sus habitantes. La dieta baja en calorías y grasas animales, combinada con el trabajo físico en altitudes elevadas, mantiene a la población en buen estado físico y cardiovascular.
Un clima estable
El agua de los ríos Chamba y Uchima, que nacen en la Cordillera de los Andes, también ha sido objeto de estudio. Según la Gobernación de Loja, contiene magnesio, calcio y minerales como oro y plata coloidal, que podrían contribuir a la salud al diluir grasas y fortalecer el organismo. Además, las investigaciones han confirmado que los habitantes presentan arterias permeables, corazones sanos y retinas comparables a las de personas de 45 años.
Aunque Vilcabamba no es el “país de los viejos más viejos del mundo” como se pensaba, su clima estable, entorno natural y estilo de vida saludable siguen siendo atractivos. El valle, rodeado de paisajes montañosos, continúa recibiendo visitantes que buscan su tranquilidad y riqueza cultural. La producción artesanal del “chamico” persiste como parte de la tradición local, y los habitantes mantienen un orgullo por su historia, a pesar de los hallazgos científicos. (10)