La OMS ha actualizado sus directrices sobre la malaria, recomendando el uso de repelentes espaciales como una nueva intervención para controlar al mosquito transmisor de la enfermedad. Estos dispositivos liberan ingredientes activos en el aire que repelen, desorientan o matan a los mosquitos, impidiendo que piquen a humanos.
La medida complementa estrategias existentes, como las mosquiteras tratadas con insecticidas y la fumigación residual en interiores, ofreciendo una capa adicional de protección. Esta ventaja es crucial en regiones donde los mosquitos han adaptado sus hábitos, picando en horarios diurnos.
La recomendación responde a la “creciente resistencia” a los insecticidas y los “cambios en el comportamiento” de los mosquitos, según explicó Daniel Ngamije, director interino de Malaria y Enfermedades Tropicales Desatendidas de la OMS. La OMS basa esta recomendación condicional en cinco estudios que demuestran la eficacia de los repelentes espaciales, aunque advierte que persisten lagunas en la evidencia científica, especialmente sobre su uso en exteriores o en emergencias humanitarias.
Productos precalificados por la OMS
La OMS ha precalificado dos repelentes espaciales: Mosquito Shield y Guardian, fabricados por SC Johnson & Son. Ambos productos liberan transflutrina, un ingrediente activo que repele y elimina mosquitos transmisores de la malaria. Mosquito Shield mantiene su eficacia por un mes, mientras que Guardian puede durar hasta 12 meses, lo que permite su uso en diversos contextos según las necesidades de distribución. Estos productos representan la primera clase de intervención para el control de vectores en décadas, según Philippe Duneton, director ejecutivo de Unitaid.
La precalificación asegura que ambos productos cumplen con estándares de seguridad y eficacia para su implementación global.
Aplicaciones más allá de la malaria
Los repelentes espaciales también están siendo estudiados por su potencial para reducir la transmisión de otras enfermedades, como el dengue y otros arbovirus. Perú mostró una reducción en las infecciones por arbovirus en la población estudiada, mientras que un segundo ensayo en el Sudeste Asiático ha finalizado recientemente, con resultados aún en análisis. La organización espera que los datos recopilados refuercen la evidencia y amplíen las aplicaciones de esta tecnología en contextos de salud pública.
Desafíos y próximos pasos
A pesar de su potencial, la OMS reconoce que los repelentes espaciales no son una solución definitiva. Para abordar estas deficiencias, la OMS colabora con socios globales de investigación y financiación, como Unitaid, para realizar estudios adicionales.
La introducción de los repelentes espaciales se produce en un contexto crítico, ya que los casos de malaria han aumentado en los últimos años, con 249 millones de casos reportados globalmente en 2022, según datos de la OMS.