A sus 67 años, el cardenal Gérald Cyprien Lacroix, arzobispo de Quebec, continúa siendo una de las figuras más influyentes de la Iglesia Católica en Canadá. Desde su incorporación al Consejo de Cardenales (C9) que asesora al Papa, su trayectoria ha estado marcada por un liderazgo pastoral firme y una misión clara: renovar la Iglesia en un entorno profundamente secularizado.
Una trayectoria pastoral sólida y continua
Nació en Saint-Hilaire-de-Dorset; en 1957, Lacroix comenzó su camino religioso en el Instituto Secular Pío X, antes de ser ordenado sacerdote en 1988. Su ascenso dentro de la Iglesia: obispo auxiliar de Quebec en 2009, arzobispo en 2011 y cardenal en 2014 por designación del papa Francisco.
Desde su posición en una de las diócesis más antiguas de América del Norte, Lacroix ha buscado adaptarse a los desafíos de una sociedad cada vez más alejada de las prácticas religiosas tradicionales. Su estilo directo, acompañado de una visión misionera, es clave para conectar con las nuevas generaciones y fomentar una Iglesia más abierta y participativa.
Su labor se ha enfocado en la evangelización y el fortalecimiento de comunidades locales. Además de la defensa de una fe que dialogue con la realidad cultural contemporánea, manteniéndose firme frente a las tensiones entre modernidad y tradición.
Gérald Lacroix, su participación en el Consejo de Cardenales
Uno de los aspectos más relevantes de su carrera es su integración en el Consejo de Cardenales, un cuerpo creado por el papa Francisco para asesorar en la reforma de la Curia Romana y mejorar la gestión de la Iglesia a nivel mundial. Su participación en este grupo refleja su peso dentro del Vaticano y la confianza depositada en él por parte del pontífice.
Este rol le ha permitido influir en decisiones de gran impacto eclesial y administrativo. Su enfoque pastoral valorado por su capacidad para representar a comunidades que viven en contextos donde la fe se enfrenta a desafíos culturales y sociales.
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Una acusación desestimada y su impacto
En 2024, lo acusaron de abuso que generó atención mediática internacional. Sin embargo, tras una investigación formal encargada por el Vaticano, la denuncia es desestimada por falta de pruebas. Aunque este episodio generó debate público, no se han presentado nuevas evidencias ni procedimientos adicionales, y la Iglesia considera el caso cerrado.
Este hecho no ha detenido su labor pastoral ni su participación en los órganos vaticanos, lo que demuestra la continuidad de su influencia en el entorno eclesiástico.
Presente y legado en la Iglesia de Canadá
Actualmente, Lacroix sigue liderando la Arquidiócesis de Quebec con énfasis en la renovación espiritual, la inclusión pastoral y la adaptación del mensaje cristiano al mundo moderno. En un país donde la secularización avanza rápidamente. Su papel como referente espiritual y figura pública es clave para mantener la presencia activa de la Iglesia Católica.
El legado de Lacroix se proyecta como el de un cardenal que ha sabido navegar crisis. Representar la voz del norte global en el Vaticano y mantener una firmeza doctrinal con apertura al cambio. Su presencia constante en las comunidades, su capacidad de diálogo y su enfoque misionero lo consolidan como uno de los rostros visibles del catolicismo contemporáneo.