Desde el 6 de agosto de 2025, rige el arancel del 50% a los productos de Brasil en Estados Unidos. La medida, firmada por el presidente Donald Trump, podría beneficiar a Ecuador, que enfrenta actualmente un gravamen del 15% y busca reducirlo al 10%. Gremios y autoridades ecuatorianas ven una oportunidad estratégica para aumentar exportaciones, siempre que se mantenga la calidad y aroma que distinguen al cacao nacional.
Arancel a Brasil y ventaja competitiva para Ecuador
Brasil ocupa el séptimo lugar en el ranking mundial de productores de cacao, con unas 265.000 toneladas en 2023/2024, según la FAO. En 2024, exportó a Estados Unidos cacao y preparaciones por 84,07 millones de dólares, siendo la manteca de cacao el principal producto, con 57,22 millones.
Con la nueva tarifa del 50%, estos productos se encarecen en el mercado estadounidense, reduciendo su competitividad. En contraste, Ecuador mantiene un arancel del 15% y negocia para bajarlo al 10%, lo que le daría una ventaja de precio.
Jimmy Miranda, exdirector distrital del Ministerio de Agricultura y Ganadería en Manabí, sostiene que “es una oportunidad para incrementar exportaciones” de cacao ecuatoriano. Eso sí, dice que podría serlo aún más: “depende del resultado de las negociaciones con Estados Unidos”.
Impacto en la industria brasileña
La Asociación Nacional de las Industrias Procesadoras de Cacao (AIPC), que controla el 95% de la molienda en Brasil, advierte que exportar a Estados Unidos bajo estas condiciones es “económicamente inviable”. El mercado estadounidense representa el 18% de sus ventas externas y es el principal destino de su manteca de cacao.
La Cámara Sectorial del Cacao estima pérdidas de hasta 38 millones de dólares en 2025 y advierte que 70.000 empleos podrían verse afectados. El gremio teme que compradores en Estados Unidos reemplacen el cacao brasileño por proveedores como Ecuador o Costa de Marfil.
Retos para el cacao ecuatoriano
Para Ecuador, el tercer productor mundial de cacao del mundo, el desafío no solo está en aprovechar la ventaja arancelaria. Uno de sus objetivos también es cumplir con regulaciones fitosanitarias más estrictas si aumenta su presencia en el mercado estadounidense.
Miranda advierte, además, que el país debe “mantener las dos características clave del cacao nacional: aroma y fermentación, cruciales para elaborar chocolate de calidad”. Además, subraya que la estrategia comercial debe ir acompañada de inversiones en productividad y logística para evitar cuellos de botella.
Perspectivas y negociaciones
Actualmente, las autoridades ecuatorianas negocian con Washington para reducir el arancel del 15% al 10%. De concretarse, el cacao ecuatoriano tendría una diferencia de hasta 40 puntos porcentuales frente al brasileño, una ventaja histórica en precios.
Los productores, sin embargo, piden cautela. Incrementar la oferta sin perder calidad es esencial para sostener la reputación del “Cacao Arriba”, reconocido internacionalmente. La experiencia muestra que una expansión rápida sin estándares puede erosionar el valor agregado del producto.
Si las negociaciones avanzan y el sector mantiene su calidad, Ecuador podría consolidarse aún más, como uno de los principales abastecedores de cacao fino y derivados en Estados Unidos, aprovechando el conflicto político y comercial de un competidor de peso en la región.
Lo que pasa entre Brasil y Estados Unidos
La confrontación entre Donald Trump y Luiz Inácio Lula da Silva mezcla tensiones políticas, económicas e ideológicas. El detonante fue el juicio contra el expresidente Jair Bolsonaro, acusado de un supuesto intento de golpe de Estado tras perder las elecciones de 2022.
Trump, aliado ideológico de Bolsonaro, calificó el proceso como una “caza de brujas” y exigió detenerlo. El mandatario de Estados Unidos dice que el gobierno de Lula representa una “amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos.
El presidente estadounidense también acusó a Lula de atacar la libertad de expresión al regular plataformas digitales como X y de prácticas comerciales desleales, pese a que Brasil mantiene un déficit comercial con EE. UU. Por su parte, Lula calificó la medida como un “chantaje” y una injerencia inadmisible en la soberanía de Brasil, en especial por las sanciones contra el juez Alexandre de Moraes, encargado del caso Bolsonaro.
Brasil respondió denunciando la medida ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y advirtió sobre aranceles recíprocos contra productos estadounidenses. Lula criticó a Trump por priorizar intereses personales y políticos sobre el multilateralismo y la paz global.