El comercio y el turismo en Imbabura viven uno de sus momentos más difíciles en años. Tras catorce días de protestas por la eliminación del subsidio al diésel, Ibarra y otros cantones permanecen prácticamente aislados, con pérdidas que ya superan los 42 millones de dólares, según estimaciones preliminares de la Cámara de Comercio y Productividad.
Los hoteleros advierten que la reducción de operaciones es total. Sin transporte ni rutas habilitadas, los turistas colombianos —que cada fin de semana dinamizan la economía local— dejaron de llegar. “Los viajeros que suelen visitar la provincia de Imbabura entre viernes y domingo no han acudido desde hace dos semanas, porque temen quedarse atrapados”, explicaron los operadores turísticos a El Universo.
Mientras tanto, los comercios abren de forma intermitente por miedo a saqueos y enfrentamientos. “Nos obligan a cerrar los locales y amenazan con saquearlos si no acatamos sus órdenes”, relató Rodrigo Salas, corredor de bienes raíces, quien aseguró que las ventas han bajado hasta en un 80 %.
Desabastecimiento y rutas bloqueadas
El impacto se siente también en los supermercados. Las perchas vacías reflejan el bloqueo de vías principales como la Quito–Esmeraldas–San Lorenzo–Ibarra, donde se han registrado nuevos cierres. Los administradores aseguran que es casi imposible movilizar alimentos o combustible hacia la provincia, especialmente hacia áreas rurales de Imbabura.
A su vez, el transporte interprovincial de pasajeros está suspendido. Los pocos buses que operan deben usar rutas alternas y cobrar hasta 20 dólares por pasaje, una cifra inalcanzable para la mayoría de usuarios. Las familias reportan dificultades para viajar a Quito por motivos médicos o laborales.
Turismo y producción rural en emergencia
El sector turístico considera que este paro ha terminado de afectar un año ya complicado. Las paralizaciones de transportistas en Carchi y el estado de excepción han ahuyentado a los viajeros nacionales y extranjeros. Las fiestas de Ibarra, tradicional imán turístico, pasaron casi desapercibidas ante el clima de incertidumbre y las restricciones de movilidad, afectando significativamente a Imbabura.
En las zonas rurales, agricultoras de distintas comunidades han debido caminar largas distancias para vender sus cosechas. Sin transporte ni ferias activas, los productos se pierden en los campos. Aun así, varias familias ibarreñas han mostrado solidaridad, comprando su producción para evitar mayores pérdidas.
Ciudadanía exige paz y trabajo
Cansados del estancamiento, comerciantes, hoteleros y ciudadanos se autoconvocaron a un plantón pacífico en el Obelisco de Ibarra. Portando banderas blancas y carteles, exigieron diálogo y seguridad. Bajo el lema “Queremos trabajar, queremos paz y diálogo”, pidieron al Gobierno y a los manifestantes acuerdos que permitan reactivar la economía local en Imbabura.