En la parroquia Picoazá, conocida como la cuna de artesanos y comerciantes de Portoviejo, Gilbert Tejena Pin, de 25 años, mantiene viva una tradición que corre por su sangre. Tras el fallecimiento de su tío, don Manuel Pin Laz, Gilbert asumió este año la elaboración de las cintas y estandartes que engalanan las fiestas de San Pedro y San Pablo, declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador en 2007. Estas celebraciones, que llenan de color y fe las calles de varios cantones de Manabí entre junio y octubre, son mucho más que una festividad: son un despliegue de devoción y una fiel muestra de la identidad manabita.
“Es mi primer año haciéndolo solo, pero no queremos que este legado muera porque esto viene de generación en generación”, cuenta Gilbert, quien aprendió el oficio desde los 15 años en el taller de su tío en la calle Juan Montalvo y Bolívar. Las cintas, hechas a mano con telas como gamuza y terciopelo, son símbolos de estas fiestas. Los presidentes de los ‘gobiernos de Blancos y Negros’, junto a ministros y vicepresidentes, las lucen con orgullo en pregones y misas.
La demanda de cintas y estandartes se mantiene
A pesar de la inseguridad que desde hace más de dos años viene afectando el desarrollo de estas festividades, la demanda no decae. Los precios de las coloridas cintas varían de 7 a 35 dólares, ajustándose a la economía actual. Gilbert recibe pedidos de cantones como Jama, Montecristi, Rocafuerte y de varias zonas de Portoviejo. “Aquí en Picoazá somos así, siempre esperamos a última hora. Faltando dos días, llegan: ‘¡Hágame una cinta!’”, ríe. La confección de una sencilla toma 20 minutos, pero las más detalladas, destinadas a los presidentes, requieren dos días de trabajo minucioso, desde cortar letras en fomix hasta coser grecas a mano.

El legado familiar también lo custodian Luciano Pin, hermano de Manuel, y Kevin Pin, de 22 años, quien empezó a los 10 poniendo brillo a las cintas. Luciano, con 34 años de experiencia, trabaja sin descanso en su taller, donde banderas y estandartes toman forma. “Todo lo aprendí a la luz de velas, con mis padres”, recuerda. En lo buenos tiempo, la producción era de más de 500 cintas. Ahora, debido al impacto de la ola de violencia en el país, se confecciona menos, pero la demanda sigue siendo buena, indicó Luciano.
La fiesta incluye bailes y pregones
Las fiestas de San Pedro y San Pablo, que alcanzan su clímax del 28 al 30 de junio, son un mosaico de fe, música y tradiciones. En Montecristi, Crucita, San Jacinto y San Clemente, los “gobiernos” desfilan con trajes nuevos y cintas distintivas, visitando “palacios” en cortejos que culminan en bailes. La leyenda cuenta que devotos de San Pablo, de una república africana, visitaron a los de San Pedro, forjando una hermandad que hoy se celebra con fervor.
Alfonso Suárez, coordinador de las actividades festivas de este año en Picoazá, contó que este año el cronograma incluye una misa y la entrega de cintas a presidentes y presidentas de los gabinetes para su bendición el día 23 de junio. La jornada continuará el 24 con la transmisión de mando; el día 28 será el encuentro solemne de los presidentes de los ejércitos de ‘Blancos y Negros’, con paseos, juegos artificiales y globos.
Finalmente, el 29 y 30 habrá misas y la entrega de oficios a los nuevos presidentes. Los símbolos de la festividad incluyen el estandarte blanco con las imágenes de San Pedro y San Pablo, la llave de San Pedro y la serpiente asociada a San Pablo, además de los ejércitos de ‘Blancos y Negros’ organizados por los presidentes.