Inseguridad ahuyenta a familias y comerciantes del norte de Guayaquil; negocios están cerrando

La delincuencia en el norte de Guayaquil, en zonas como Guayacanes, Alborada y Sauces, ha forzado el cierre de negocios y la migración de familias. Extorsiones y amenazas reducen el valor inmobiliario y generan un clamor por seguridad.

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2 minutos de lectura
Varios locales en Guayacanes, Alborada, Sauces y Samanes están cerrando.
Varios locales en Guayacanes, Alborada, Sauces y Samanes están cerrando.
Varios locales en Guayacanes, Alborada, Sauces y Samanes están cerrando.

Carla Mendoza

Redacción ED.

Carla Mendoza

Redacción ED.

Periodista manabita. Nació en Portoviejo el 4 de julio de 1977. Estudió periodismo en la Universid... Ver más

El norte de Guayaquil enfrenta una creciente ola de inseguridad. En ciudadelas como Guayacanes, Sauces y Alborada, los comercios cierran y las familias huyen, acosadas por extorsiones y amenazas que transforman la vida cotidiana en estas zonas.

Por ejemplo, en la calle José Luis Tamayo de Guayacanes, famosa por su actividad comercial, solo cuatro de veinte locales permanecen abiertos. Los letreros de “se vende” o “se alquila” reflejan el temor que impera entre los comerciantes.

Además, Edgar Vera, residente de Guayacanes, lamenta la falta de protección. “La delincuencia nos está apagando. No hay seguridad ni tranquilidad para trabajar o vivir”, asegura, resumiendo el sentimiento de frustración en el sector.

40% de los negocios están cerrados en Alborada

Por otro lado, en Alborada, los vecinos estiman que el 40% de los negocios han cerrado debido a “vacunas” y ataques. Andrés Andrade, morador, urge al gobierno a actuar para frenar la crisis que azota su comunidad.

Asimismo, en Samanes, los atentados han dejado cicatrices. En mayo, explosiones en casas de la etapa 2, acompañadas de panfletos extorsivos, intensificaron el miedo, empujando a más residentes a abandonar sus hogares.

En particular, la inseguridad no solo vacía locales, sino que obliga a familias enteras a migrar. Gabriel Pérez, agente inmobiliario, observa que muchos optan por refugiarse en centros comerciales o plazas más seguras.

Por ejemplo, Pérez señala que la percepción de peligro ha devaluado las propiedades. Casas que antes valían $70.000 ahora se negocian por $50.000, ya que los compradores aprovechan el temor para reducir precios.

Sin embargo, los comerciantes y vecinos coinciden en una demanda urgente: recuperar la seguridad. Aspiran a trabajar sin temor, permanecer en sus barrios y proteger el patrimonio que construyeron con años de esfuerzo.

Además, la crisis afecta la economía local. Los cierres de negocios reducen el empleo y el dinamismo comercial, dejando calles desoladas que antes eran centros de actividad en el norte de Guayaquil.

Por otra parte, la falta de respuestas efectivas agrava la situación. Los moradores sienten que las autoridades no priorizan sus necesidades, lo que alimenta la desconfianza y el deseo de abandonar la zona.

Sin medidas urgentes, la migración y el abandono comercial seguirán creciendo, dejando un vacío en estas comunidades, dijo un comerciante que prefirió la reserva de su nombre.

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