Crisis carcelaria



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 Sobre lo ocurrido días atrás en las cárceles del país, los comentarios fueron variados y muchos desatinados; me llamó la atención que algunas personas expresaran consentimiento hacia los asesinatos aludiendo a que las víctimas solo eran “simples delincuentes”, incluso se hizo notorio el criterio de que el resto de privados de libertad debería tener el mismo destino. Espantosa concepción hacia la vida y los derechos humanos; parece mentira, pero existe gente que piensa así.  

Este escrito, sin embargo, es para mostrar que en las cárceles del país también se encuentran recluidas personas que se han arrepentido de sus terribles errores y se están rehabilitando para reinsertarse a la sociedad con un espíritu diferente al que tuvieron cuando se les privó del derecho a la libertad.  
Me ha encantado y llegado al corazón un mensaje de la artista cuencana disidente José Machado, quien ha apoyado durante años en el Centro de Rehabilitación Social Turi, en la capital azuaya, enseñando arte y así ha transmitido sueños de renovación, cambiando la vida a decenas de seres humanos, quienes en talleres han aprendido oficios que calman la mente y les ayudan a lidiar con la deshumanización del aislamiento.  La artista manifestó en redes: “no todo es del mismo costal…, mi luz y amor honesto para quienes persiguen procesos de rehabilitación en medio de lo que significa estar en un centro de privación de libertad…”. 
Sí, también hay muchas mujeres y varones ansiosos de ver la luz del amanecer y restituir sus actos, para compensar a sus parejas e hijos, padres y hermanos, a la vida y a la energía divina. El arte en este aspecto ha sido un gran conciliador y la luz al final del túnel, alcanzando resultados en Cuenca y también en centros de rehabilitación de Guayaquil. Por ello no es prudente hablar desde la superficialidad.  
De lo acontecido en el sistema carcelario recuerdo la exposición abierta al público algunos años atrás en el Museo de las Américas de Denver, EE.UU., denominada La Nación de las Detenciones, la que animo a revisar en Internet para tener un acercamiento, desde el punto de vista sensible del arte, a lo que significa vivir entre alambres, muros, cámaras de seguridad, oscuridad, hacinamiento y pavor; y sí, tal vez algunos se lo buscaron, pero también muchos son recluidos injustamente.  
La crisis carcelaria denotó fallas políticas dentro del sistema, la corrupción y la profunda deshumanización que emerge de su interior; lo que no ha sido secreto; ante aquello recordemos que los reclusos tienen derechos y que ante la Declaración Universal de los Derechos Humanos todos tenemos el principio de igualdad, sin discriminación.
 
Keyla Alarcón Q.



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