Desde el 20 de enero de 2025, cuando Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, nuevas políticas migratorias han reducido el tránsito de personas por el Tapón del Darién, en la frontera entre Panamá y Colombia. Sin embargo, el paso de más de un millón de migrantes en los últimos años ha dejado 2.500 toneladas de basura, contaminando ríos y afectando a comunidades indígenas embera, que reportan enfermedades cutáneas y la pérdida de recursos naturales, según autoridades y testimonios locales.
El Tapón del Darién, una selva compartida por Panamá y Colombia, registró un pico crítico en 2023 con medio millón de migrantes cruzándola rumbo a Estados Unidos. Aunque las medidas impulsadas por el gobierno de Trump, como el apoyo al cerco de zonas fronterizas y la deportación de migrantes, han disminuido el flujo, el impacto ambiental persiste.
La basura acumulada en el Darién
Según estimaciones de autoridades panameñas, la crisis migratoria dejó 2.500 toneladas de basura, incluyendo botellas plásticas, ropa, mochilas y espumas usadas por los caminantes. Limpiar esta contaminación podría costar hasta 12 millones de dólares.
Las comunidades indígenas embera, asentadas en la comarca del Darién, enfrentan las consecuencias más graves. El río Esmeraldas, vital para el pueblo embera, está contaminado con basura, materia fecal y, en algunos casos, restos de migrantes fallecidos que no pudieron ser recuperados debido a la inaccesibilidad del terreno.
Habitantes de Villa Caleta reportan que el agua ya no es apta para bañarse, y los peces tienen un olor a gasolina por el uso de embarcaciones que trasladaban migrantes. “Todo el mundo sale del río con ronchas en la piel, sobre todo los niños”, indicó Militza Olea, de 43 años, en diálogo con The Associated Press.
La delincuencia y la contaminación
Además, la llegada de grupos criminales a la región ha agravado la situación. Estas organizaciones, atraídas por la ruta migratoria, han comenzado a extraer oro, provocando la deforestación de miles de hectáreas. Las autoridades ambientales panameñas señalan que la contaminación no solo afecta la salud de los indígenas, sino también la biodiversidad de la selva, una de las más importantes de América Central.
A pesar de los esfuerzos por controlar la migración, la limpieza del Darién no ha sido priorizada. El ministro de Ambiente de Panamá, Juan Carlos Navarro, responsabilizó a Estados Unidos por la crisis ambiental, argumentando que la mayoría de los migrantes buscaban llegar a ese país. “Si Estados Unidos es responsable porque abrió sus fronteras, entonces debería pagar por eso”, afirmó Navarro, instando a Washington a financiar la restauración de la zona.
Mientras tanto, las comunidades embera exigen acciones urgentes para recuperar sus ríos y selvas. Aunque el flujo migratorio ha disminuido, la basura acumulada y los daños ambientales continúan afectando su calidad de vida. Organizaciones ambientales estiman que, sin intervención inmediata, la recuperación del ecosistema podría tomar décadas. (10)