Tengo que empezar este escrito con una frase que se ha tatuado en el pecho de quienes hemos tenido y tienen la dicha de educarse en esta prestigiosa cuna del saber: “Olmedino un día, Olmedino toda la vida”.
El corazón se ensancha y late al son del orgullo inconmensurable, vertiente de recuerdos y de un legado cultural sin precedentes, como aquel que se creó para la eternidad. La Flor de Septiembre. El festival comenzó en 1965, impulsado por el poeta manabita Horacio Hidrovo Peñaherrera, quien, desde las aulas del Colegio Nacional Olmedo, vio en el arte una forma de movilizar a los jóvenes, conectar comunidades y ensanchar horizontes culturales.
En este contexto, con gran suceso, en el año 1975, un grupo de estudiantes pasearon su clase en las tablas, argot utilizado para hablar de teatro, que, dicho sea de paso, Portoviejo no contaba con un grupo teatral establecido y con recorrido. Es así como nace el grupo Renacimiento y participa en la décima edición del Festival Cultural. Empezaba el boom petrolero en el país, y sirvió de inspiración a José Ángel Saavedra, quien fue el autor de la obra “siglo XX”, en la que se enfocaba con una visión futurista, cómo el petróleo incidía en las decisiones políticas y sociales del país. El grupo lo conformaban los señores estudiantes de ese año: Carlos Almeida, Régner Álava Rivas, Jorge Gutiérrez Santana y Rubén Abril Mendoza. Destacaron en su participación, llegando a la final junto al colegio Técnico Simón Bolívar de Guayaquil. Por cosas del destino, dieron como ganador al colegio de la provincia hermana, Gracias a su destacada participación, el grupo fue invitado a otras ciudades del país a poner en escena la obra. Cabe resaltar que, en otras provincias, tenían como profesores a grandes dramaturgos de la época y es digno de relevancia este hito cultural de un grupo de destacados estudiantes que fueron parte de la promoción 75-76 del siempre Glorioso “Olmedo”.
Para mantener la memoria histórica del festival, se debe incluir testimonios, archivos, fotografías, publicaciones, para entender su evolución, rescatar su legado y proyectarlo hacia la eternidad cultural. En definitiva, La Flor de Septiembre es mucho más que un evento anual: es una institución cultural, un elemento educativo y un símbolo de identidad. En el Colegio Nacional Olmedo y en la provincia de Manabí, late un festival que demuestra que la cultura sí florece cuando hay pasión.