Investigadores de tres universidades internacionales identificaron cambios biológicos medibles que vinculan directamente la dieta con el envejecimiento cerebral. El estudio, publicado en Clinical Nutrition, analizó durante 18 meses a casi 300 personas mediante resonancias magnéticas cerebrales y perfiles proteicos sanguíneos. Esto demostró que ciertos patrones alimentarios pueden ralentizar el deterioro del cerebro.
Un enfoque científico para medir la edad cerebral
El envejecimiento cerebral no siempre avanza al mismo ritmo que la edad cronológica. Para cuantificar esta diferencia, los investigadores utilizaron modelos avanzados. Estos modelos estiman la edad cerebral basada en resonancias magnéticas, comparándola con la edad real de cada participante. Una diferencia positiva indica un envejecimiento cerebral acelerado, mientras que una negativa señala un envejecimiento más lento.
El ensayo clínico DIRECT PLUS dividió a los participantes en tres grupos dietéticos diferentes. Entre ellos, uno siguió la dieta mediterránea verde (green-MED), rica en alimentos con alta concentración de polifenoles. Estos incluyen té verde, nueces y la planta acuática Mankai.
Tras 18 meses, se evaluaron nuevamente las imágenes cerebrales y los perfiles sanguíneos. Los resultados revelaron una relación directa entre la alimentación y los cambios en la edad cerebral estimada.
Proteínas clave y su relación con el envejecimiento cerebral
Uno de los principales hallazgos fue la identificación de dos proteínas sanguíneas: galectina-9 y decorina, asociadas a un envejecimiento cerebral acelerado. Estas proteínas mostraron niveles elevados en personas cuya edad cerebral superaba su edad cronológica.
Sin embargo, entre los participantes que adoptaron la dieta green-MED, se observó una reducción significativa de ambas proteínas:
- Galectina-9: vinculada a procesos inflamatorios en el sistema nervioso.
- Decorina: asociada con cambios tempranos en enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer.
El descenso en los niveles de estas proteínas sugiere una modulación positiva inducida por la dieta, lo que podría tener efectos neuroprotectores.
Dieta, inflamación y neuroprotección
La investigación también exploró el rol antiinflamatorio de los polifenoles, presentes en los alimentos consumidos por el grupo que siguió la dieta mediterránea verde. Este tipo de dieta no solo está asociada con beneficios cardiovasculares, sino que en este estudio redujo indicadores biológicos vinculados al envejecimiento del cerebro.
Los cambios observados en el perfil proteómico refuerzan la hipótesis de que la alimentación puede incidir directamente en los procesos biológicos del deterioro neurológico, incluso sin intervenciones farmacológicas.
Según los investigadores, estos resultados representan un paso relevante en el campo de la nutriómica. Esta área combina la ciencia de la nutrición con tecnologías ómicas como la proteómica. Su objetivo es estudiar la interacción entre alimentos y salud molecular.
Hacia nuevos métodos de evaluación cerebral
Además de su aporte al conocimiento científico, este estudio propone posibles aplicaciones prácticas. Dafna Pachter, primera autora del artículo y estudiante de doctorado, señaló que estos resultados podrían allanar el camino para desarrollar análisis de sangre simples y accesibles que indiquen el estado cerebral mediante la evaluación de perfiles proteicos.
Esto abriría la posibilidad de contar con herramientas de diagnóstico precoz no invasivas para detectar riesgos neurológicos asociados al envejecimiento. Esto permitiría intervenciones preventivas basadas en cambios de estilo de vida.
Implicaciones para el tratamiento y la prevención
Los investigadores recalcan que, si bien se necesitan más estudios para generalizar estos resultados, los datos actuales respaldan la inclusión de patrones dietéticos ricos en polifenoles. Esto se considera como una estrategia potencialmente efectiva para ralentizar el envejecimiento cerebral.
La dieta green-MED —caracterizada por un alto consumo de alimentos vegetales con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias— se posiciona así como una alternativa no farmacológica con evidencia biológica directa en salud cerebral.