Por qué sientes sueño tras el almuerzo: La ciencia lo explica

Los picos de glucosa tras consumir alimentos ricos en carbohidratos o grasas tienen un impacto más significativo en la somnolencia que las comidas ricas en proteínas.
La relación entre la comida y el sueño Causas del cansancio postprandial
La relación entre la comida y el sueño Causas del cansancio postprandial
La relación entre la comida y el sueño Causas del cansancio postprandial
La relación entre la comida y el sueño Causas del cansancio postprandial

Kathya Mero

Redacción ED.

La sensación de somnolencia después de almorzar, conocida comúnmente como “el bajón” o la necesidad de una siesta, tiene una explicación científica vinculada a los niveles de glucosa en el cuerpo, según investigaciones recientes. Este fenómeno, que afecta a millones de personas diariamente, está relacionado con procesos biológicos que regulan el estado de alerta y el descanso, y no solo con la cantidad de comida ingerida.

El papel de la glucosa en la somnolencia

Un estudio publicado en 2011 por Denis Burdakov, neurocientífico de la Universidad de Manchester, reveló que el aumento de glucosa tras una comida afecta la producción de orexinas, hormonas generadas en el hipotálamo que mantienen al cuerpo despierto. “Cuando los niveles de glucosa suben, las orexinas disminuyen, lo que genera una sensación de cansancio”, explicó Burdakov en su investigación. Este hallazgo desmitificó la creencia de que el sueño postprandial se debía únicamente a un mayor flujo sanguíneo hacia el estómago durante la digestión.

Además, investigaciones más recientes, como las realizadas por el doctor Juan Carlos López, neurobiólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 2023, confirman que los picos de glucosa tras consumir alimentos ricos en carbohidratos o grasas tienen un impacto más significativo en la somnolencia que las comidas ricas en proteínas. “Los carbohidratos simples, como los presentes en pan blanco o postres, provocan un aumento rápido de glucosa, intensificando el efecto”, señaló López en un artículo publicado en la revista Neurociencia Latinoamericana.

Factores que intensifican el cansancio

No todas las comidas generan el mismo nivel de somnolencia. Según un estudio de 2022 liderado por la doctora María Fernanda Zerón, de la Universidad de Chile, las dietas altas en carbohidratos y grasas saturadas elevan los niveles de glucosa de manera más pronunciada que las ricas en proteínas o fibras. Este aumento rápido desencadena una respuesta hormonal que reduce la actividad de las orexinas. La evidencia explica por qué un almuerzo copioso con pasta o frituras suele generar más sueño que una ensalada con pollo.

Por otro lado, factores adicionales como el tamaño de la porción y el horario de la comida también influyen. Comer en exceso o almorzar tarde puede prolongar el proceso digestivo, intensificando la sensación de letargo. “El cuerpo prioriza la digestión, lo que puede disminuir temporalmente la energía disponible para otras funciones”, afirmó Zerón en su investigación.

Antecedentes según la ciencia

La relación entre la alimentación y el sueño ha sido objeto de estudio durante décadas. Antes de los avances en neurociencia, la hipótesis predominante atribuía la somnolencia a un desvío de sangre desde el cerebro hacia el sistema digestivo. Sin embargo, los trabajos de Burdakov y otros investigadores han demostrado que las interacciones hormonales, particularmente entre glucosa y orexinas, son las principales responsables.

En América Latina, el interés por este tema ha crecido debido a los hábitos alimenticios regionales, que suelen incluir comidas ricas en carbohidratos como arroz, maíz o pan. Según un informe de 2024 de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el consumo elevado de carbohidratos refinados en la región podría estar contribuyendo a problemas de somnolencia diurna, afectando la productividad laboral.

Recomendaciones basadas en la evidencia

Para reducir la somnolencia postprandial, los expertos sugieren optar por comidas equilibradas con proteínas magras, vegetales y carbohidratos complejos, como granos integrales. Además, evitar porciones excesivas y mantener horarios regulares para las comidas puede minimizar los picos de glucosa. “Una dieta balanceada no solo mejora la energía, sino que también optimiza la calidad del sueño nocturno”, recomendó López en su estudio.

Las autoridades sanitarias, tanto nacionales como internacionales, promueven estas prácticas como parte de un estilo de vida saludable. Sin embargo, los especialistas enfatizan que la clave está en entender cómo los alimentos interactúan con el cuerpo para tomar decisiones informadas.

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