La producción petrolera de Ecuador se desplomó un 69,36% en la primera semana de julio, pasando de 437.899 a 134.153 barriles diarios, lo que representa una pérdida de 303.746 barriles por día. La caída, registrada entre el 1 y el 7 de julio, se atribuye a la suspensión de operaciones de los oleoductos SOTE y OCP, afectados por la erosión regresiva del río Coca en las provincias amazónicas de Napo y Sucumbíos. Las autoridades trabajan en soluciones temporales, pero la crisis pone en riesgo las metas de producción del país.
La estatal Petroecuador, responsable del 84% de la producción nacional, vio su extracción reducida de 369.589 a 89.348 barriles diarios, una caída del 76% en el mismo período. La paralización de los oleoductos, esenciales para transportar crudo desde la Amazonía hasta Esmeraldas, obligó al cierre progresivo de cientos de pozos petroleros, según datos de la Agencia de Regulación y Control de Hidrocarburos (ARCH).
Erosión regresiva: Una amenaza constante
La erosión regresiva del río Coca, un fenómeno natural que desde 2020 destruye las márgenes del río y sus afluentes, como el río Loco, es el principal factor detrás de esta crisis. En los últimos cinco años, este problema ha causado la interrupción de operaciones en el Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) y el Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) durante al menos 90 días. La infraestructura petrolera, ubicada en una zona de alto riesgo sísmico y propensa a deslizamientos, ha sufrido daños recurrentes, afectando el transporte de crudo.
En respuesta, Petroecuador y el Ministerio de Energía han implementado medidas de emergencia, como la construcción de variantes en los oleoductos para evitar las zonas afectadas. Sin embargo, las intensas lluvias en la Amazonía han complicado los trabajos, retrasando la reactivación del SOTE. En este mismo contexto, el OCP reinició operaciones parcialmente el 7 de julio, aunque volvió a suspenderse al día siguiente por nuevos riesgos de erosión en el río Quijos.
Impacto en las metas nacionales
La crisis actual agrava los desafíos de la industria petrolera ecuatoriana, que enfrenta no solo problemas naturales, sino también falta de inversión, oposición de comunidades y restricciones legales. A inicios de 2025, el Gobierno proyectó una producción de 580.000 barriles diarios, pero el Banco Central del Ecuador (BCE) ajustó esta estimación a 479.900 barriles en su informe de abril. Entre enero y mayo, la producción real fue de 465.450 barriles diarios, un 3% por debajo de lo previsto.
Además, la suspensión de exportaciones, declarada por Petroecuador el 3 de julio bajo un estado de fuerza mayor, amenaza los ingresos fiscales. En 2024, el petróleo generó USD 8.647 millones, equivalentes al 7% del PIB. La actual paralización podría ocasionar pérdidas diarias de hasta USD 7,4 millones, según expertos.
Proyecciones futuras
El BCE proyecta una producción de 481.400 barriles diarios para 2026. Sin embargo, advierte que el cese de operaciones en el Bloque 43-ITT requiere un reemplazo urgente de activos petroleros. Mientras tanto, las autoridades intensifican esfuerzos para restablecer el transporte de crudo, con una segunda variante para el SOTE en construcción.
La industria petrolera ecuatoriana, pilar económico del país, enfrenta un panorama complejo. La combinación de fenómenos naturales y limitaciones estructurales exige soluciones a largo plazo. La meta es garantizar la estabilidad del sector y el cumplimiento de las metas nacionales.