La apnea del sueño se ha convertido en uno de los problemas de salud más extendidos y subestimados en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), millones de personas la padecen sin diagnóstico, poniendo en riesgo su calidad de vida y aumentando la probabilidad de complicaciones cardiovasculares, metabólicas y neurológicas.
Se trata de un trastorno caracterizado por pausas repetitivas en la respiración durante el sueño, que pueden durar desde unos segundos hasta más de un minuto. Estas interrupciones provocan micro despertares constantes que impiden alcanzar un descanso profundo y reparador.
Síntomas que suelen pasar desapercibidos
Aunque muchos pacientes creen que solo sufren de “mal dormir” o ronquidos, los síntomas de la apnea del sueño son más amplios. Entre los principales se encuentran:
Ronquidos fuertes y persistentes.
Sensación de cansancio al despertar.
Somnolencia diurna excesiva.
Dolor de cabeza matutino.
Irritabilidad o problemas de concentración.
En casos más graves, la apnea se asocia con arritmias, hipertensión arterial, infartos e incluso accidentes de tránsito, debido al riesgo de quedarse dormido al volante.
Factores de riesgo más comunes
Los especialistas advierten que la apnea del sueño puede afectar a cualquier persona, incluso a niños, aunque es más frecuente en adultos. Entre los principales factores de riesgo destacan:
Obesidad o sobrepeso.
Edad superior a 40 años.
Consumo de alcohol o sedantes.
Tabaquismo.
Malformaciones en la nariz, garganta o mandíbula.
Los hombres suelen presentar más casos, pero las mujeres también están en riesgo, especialmente durante la menopausia.
Consecuencias en la salud a largo plazo
Dormir mal no es un simple inconveniente. Diversos estudios han demostrado que la apnea del sueño incrementa la posibilidad de desarrollar diabetes tipo 2, hipertensión crónica, accidentes cerebrovasculares y deterioro cognitivo. Además, la falta de oxigenación nocturna puede generar arritmias que ponen en riesgo la vida.
Un metaanálisis reciente publicado en The Lancet Respiratory Medicine confirmó que quienes sufren apnea obstructiva del sueño tienen hasta tres veces más riesgo de morir por causas cardiovasculares que la población general.
Diagnóstico y tratamientos disponibles
La buena noticia es que existen tratamientos eficaces para controlar este trastorno. El diagnóstico de la apnea del sueño se realiza mediante una polisomnografía, un estudio del sueño que registra la actividad cerebral, el flujo de aire y los niveles de oxígeno durante la noche.
El tratamiento más común es el uso del CPAP (presión positiva continua en la vía aérea), un dispositivo que mantiene abiertas las vías respiratorias durante el sueño. En casos leves, también se recomiendan férulas dentales, reducción de peso, cambios en la posición al dormir y cirugía en pacientes con malformaciones.
Prevención y hábitos saludables
Los especialistas recomiendan adoptar medidas preventivas que pueden reducir el riesgo o la gravedad de la apnea del sueño, entre ellas:
Mantener un peso saludable.
Evitar el consumo de alcohol y tabaco.
Dormir de lado en lugar de boca arriba.
Establecer horarios regulares de sueño.
“Reconocer los síntomas y buscar atención médica es clave. La apnea no es solo un problema de ronquidos: puede costar la vida si no se trata”, advirtió un neumólogo entrevistado por medios internacionales.