El domingo pasado, a pesar del frío y la lluvia intensa, con mi familia decidimos ir al páramo, a la comunidad de Angas, que está a 3.524 metros sobre el nivel del mar, pasando la cumbre de la cordillera a 4.023 msnm, para disfrutar del paisaje y desconectarnos de la ciudad.
Cerca de allí, en Chico Soldados, en un restaurante campestre, nos brindaron una tisana de pensamientos hirviendo para abrigarnos, una infusión de flores violetas que en principio era de color verde, suave y deliciosa y que, al adicionar zumo de limón, cambió su color a rosado. El anfitrión dijo que los pensamientos en infusión abrigan, desintoxican el cuerpo y evitan afecciones respiratorias; se les conoce con ese nombre popular porque sus pétalos tienen forma de rostro humano con actitud de tristeza o nostalgia.
Recordé entonces los principios del té, establecidos por Sen no Rikyu, fundador de la ceremonia tradicional de esta bebida: “Armonía, respeto, pureza y tranquilidad”, y un proverbio que dice que el té y el zen comparten el mismo sabor, en alusión a que ambas actividades requieren meditación, introspección, paz, silencio.
Decidí que debía describir las principales infusiones que he disfrutado y su significado, tan ligado al calor familiar, a la cultura, al territorio y a la medicina.
En Marruecos, la bebida tradicional es el atay o té marroquí, que lleva hojas de menta, agua y terrones de azúcar; cada vez que usted llega a cualquier lugar del país africano, el anfitrión brinda esta tisana caliente en vasos de vidrio pequeños en bandeja de plata, como muestra de respeto, amistad y hospitalidad. Además de ser dulce, deliciosa y tener propiedades digestivas, es un rito social para agradecer la bondad de Alá y que, según la costumbre, sabe mejor cuando es preparado por los hombres del Magreb.
En Sudáfrica, el rooibos, una infusión de un arbusto rojo con toques de nuez y caramelo, es una bebida antioxidante, calmante y medicinal que tiene denominación de origen protegida y que es costumbre ingerir desde la lactancia. Fue en principio conocida por sus bondades medicinales, aprendidas de los nativos khoisan; hoy, sin embargo, el cultivo de la bebida tradicional de Sudáfrica se ha extendido por varios países del mundo y se disfruta al estilo inglés, con un poco de leche, miel, azúcar, especias o cítricos, en reuniones sociales o en soledad.
Concluyo con una frase de la ceremonia del té: “Una vez, un encuentro”, para recalcar la importancia del rito, que no consiste solo en preparar y beber una tisana, sino todo lo contrario: disfrutar el presente con simbolismo, espiritualidad, paz, armonía, conexión, curación y simplicidad.