En escrito de fecha que no recuerdo, señalaba la conversación que sostuviera con el – en ese entonces – presidente Jamil Mahuad en la playa brasileña de Manaos, luego de una travesía por el río Amazonas como final del programa de la firma de la paz con Perú, en Brasilia.
En aquella nota destacaba la promesa realizada por Mahuad de visitar Manabí con su gabinete ministerial, para conocer y tratar de resolver de mejor manera los problemas específicos de esta provincia. Sería el inicio de una política de mayor presencia “in situ”, en todo el territorio nacional. “Cerramos una larga historia de costosa amenaza externa, ahora nos dedicaremos más a resolver las amenazas internas”, dijo, seguro, el presidente.
Lamentablemente el destino le deparaba tremenda sorpresa. A los pocos meses fue depuesto. No hubo oportunidad de probar si cumpliría con su palabra; y, lo principal, si la estrategia de trabajo administrativo resultaría. Traigo a colación – nuevamente – este episodio un poco esperanzado, soñador, pretendiendo – quizá osadamente – que el joven presidente adopte o por lo menos piense en tratar de implantar esta modalidad, que podría ser valedera en las actuales circunstancias, favorables una vez conocida y proclamada la voluntad popular en los comicios del domingo 13 de abril.
Pero no lo haría con panorama halagador. Como en la situación inicial de Mahuad, al joven presidente Noboa le tocará enfrentar con más bríos las amenazas externas y criminales e internas y sediciosas que han emponzoñado al país. Y para ello requiere, indispensablemente, la colaboración popular, aquella recibida en las urnas, que está obligado a consolidar con buenas acciones alejadas de las pasiones; pues, como se esperaba, vientos anunciadores de tormentas están siendo empujados por conspiradores antipatria, propaladores de la anarquía y el desastre social.
Por eso el esfuerzo del nuevo gobierno debe ser de cambios y más cambios en la administración del país, radicales de ser menester para lograr un mayor acercamiento con los estratos populares que demandan atención urgente a sus necesidades. Sobre todo, sabiendo que en algunas provincias del país un respetable porcentaje siente inconformidad con su accionar, debe implementar una justicia social sin miramiento alguno, recordando que la nación es indivisible y que las libertades, deberes y derechos son sagrados en su aplicación.
Concomitantemente, conociéndose al joven presidente como una figura descollante, se espera que en los próximos cuatro años su accionar vaya acorde con las exigencias de la república, conformando ya su cuadro de administradores para que sus buenas intenciones sean plasmadas en realidades. Y para evitar que en el futuro su triunfo sonado no sea empañado y lastimado como el de mi amigo Mahuad.