Hace 45 años, este rinconcito del planeta salió del anonimato gracias a un líder brillante que proclamó una teoría revolucionaria en política internacional.
La “Carta de Conducta de Riobamba”, firmada en septiembre de 1980 por los presidentes de las naciones andinas, liderados por el mandatario ecuatoriano Jaime Roldós Aguilera, se concibió como un documento que comprometía al fortalecimiento de la democracia en el entorno de una región azotada por dictaduras. La defensa de los derechos humanos se establecía como una obligación para los Estados y por tanto, la acción conjunta ejercida en protección de esos derechos no violaba el principio de no intervención.
Las ondas expansivas provocadas por dicha proclama sacudieron las oficinas diplomáticas de todo el mundo, ya que ni siquiera las Naciones Unidas tenía una herramienta conceptual de esos quilates, de ahí que los principios de la justicia universal en materia de derechos humanos recogidos en Riobamba pasaron a conocerse como la “Doctrina Roldós”.
Desafortunadamente, con el tiempo, las dictaduras cambiaron los uniformes militares por trajes de corte democrático, y los tiranos como Nicolás Maduro se escudan detrás de triunfos electorales fraudulentos, alegando el “principio de no intervención”, para así atropellar impunemente los derechos humanos de la población, ante la pasividad de líderes que olvidaron practicar las enseñanzas de la Doctrina Roldós.
En dichas circunstancias, el secretario de Estado norteamericano Marco Rubio visitó Ecuador (un aliado clave en la región) con la idea de posicionar a la tiranía venezolana, como una organización mafiosa transnacional, mejor conocida en el bajo mundo, como el “Cartel de los Soles”. Todo esto, mientras un importante contingente del ejército gringo, acecha las costas venezolanas.
Mientras tanto, el posible retorno de las bases militares estadounidenses a nuestro territorio, así como la declaratoria de Choneros y Lobos como grupos terroristas por el régimen de Trump, constituyen augurios de una estrategia de seguridad conjunta que incumbe también a nuestros intereses internos.
En una época tormentosa, la doctrina Roldós defendió la vigencia de los derechos humanos. Aquel temporal dictatorial, encontró la manera de renacer y nuestra región tiene en Venezuela la motivación esencial para imponer los principios proclamados por Roldós, y aunque estos, luzcan distintos con un matiz “Rubio” siguen siendo en el fondo, una razón legítima para liberar a millones de venezolanos de un régimen ilegítimo y seguramente criminal.