Creo que los ecuatorianos, antes de evaluar los temas relacionados con la seguridad, debemos contestar esta pregunta: ¿vivimos o no una guerra declarada por la delincuencia a todo el país?
En caso de que la respuesta sea sí, comprenderemos más fácilmente la magnitud del problema delincuencial que castiga sin piedad a toda la sociedad; lo observaremos con detalle, nos fijaremos en todas las secuelas que deja y caeremos en la cuenta de que está cavando, todos los días, un descomunal hoyo de pena y dolor sin límites en el que todos, en algún momento, podríamos caer. Si la respuesta es no, quienes así piensan están seguros de que la delincuencia se ha incrementado, pero que se la puede combatir con el esquema legal actual, con los tiempos que toma un proceso normal, que no hay necesidad de leyes especiales ni de ajustes para que el delincuente pague pronto su delito y, a lo mejor, sin darse cuenta, podrían ver solo parcialmente el desastre que una delincuencia jamás vista causa al presente y al futuro del país.
De manera que las conclusiones a las que llegue cada uno respecto al azote delincuencial serán la clave para entender las medidas que se tomen. Entonces, si estamos claros en que estamos en medio de una guerra, tendríamos que saber si es total o parcial. El diccionario de la Real Academia Española la define, en su concepción básica, como “Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación”. Pero, si es total, la IA dice que: “La guerra total es un tipo de conflicto bélico que involucra la movilización de todos los recursos y capacidades de una nación, tanto militares como civiles, con el objetivo de lograr la victoria total sobre el enemigo. Implica la participación de toda la sociedad, incluyendo la economía, la industria y la población civil, en el esfuerzo de guerra”. Por tanto, hay que verificar si lo que informan los noticieros de todos los medios sobre delitos atroces corresponde a actos de guerra total. No se trata de delitos esporádicos, sino recurrentes, y quienes los cometen actúan con toda la crueldad imaginable. Lo desgarrador es conocer que muchas veces las víctimas son ajenas a esta guerra.
En este contexto, una legislación especial que esté a tono con lo que se vive deviene lógica. Si llega, merece respaldo. El país está siendo atacado por todos los flancos.