La visita oficial al país de un alto funcionario de la administración estadounidense, de la categoría del secretario de Estado Marco Rubio, cuarto en orden de sucesión y considerado un hombre fuerte de ese régimen, despertó enorme expectativa.
Fue por los temas de interés nacional que involucra mantener una buena relación en el orden comercial y financiero. Diversos sectores productivos sacaban punta a los lápices para anotar las aspiraciones a concretar por el solo hecho de su venida. Como no podía ser de otra manera, el segmento más importante de la economía ecuatoriana, la agricultura, veía en el apoyo del encumbrado funcionario la solución a múltiples problemas.
Uno de los aspectos relevantes a tratar eran los relacionados con la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos a los bienes agrícolas que se exportan hacia ese destino, cuando antes del surgimiento del presidente Trump ingresaban al apetecido mercado con cero arancel. Ahora fueron recargados en dos ocasiones: primero con una tarifa del 10 %, luego elevados al 15 %. Esto ubica a productos estrella como el banano, cacao, café, flores naturales, mango y aguacate, entre otros, en condiciones de difícil competencia con los de origen de diferentes naciones latinoamericanas, dentro de las cuales asoman clásicas competidoras de Ecuador como Perú, Colombia, México y República Dominicana, duros e implacables rivales en la captación de espacios de negocios.
Las reacciones de los clientes a las imposiciones no se han hecho esperar y se manifiestan pidiendo a sus embarcadores reducción en el precio de facturación, a pesar de que el pago arancelario le corresponde al importador, que argumenta no poder soportar una elevación tan significativa. Esta conduce, además, a un incremento del precio de venta al consumidor final, que dejará de adquirir o disminuirá el volumen de las transacciones. Esto significa que, de una u otra forma, será el agricultor nacional el que resulte perjudicado, ya golpeado por problemas que ha traído el cambio climático y la presencia de plagas y enfermedades de alto costo de manejo y control.
Fatalmente, el resultado de la esperada llegada del secretario Rubio no dejó para el agro ningún beneficio que no sea la oferta de una ridícula cifra de 13’000.000 de dólares para robustecer el trabajo de lucha contra las mafias terroristas y narcotraficantes apoderadas del Estado ecuatoriano, cuya influencia es notoria en los campos donde se desarrollan las actividades agropecuarias. Sobre los aranceles y sobretasas se excusó de emitir algún pronunciamiento.