El Dr. Alfredo Palacio González no solo fue un médico, sino un científico de la cardiología y maestro de varias generaciones de galenos; no fue un político, aunque le interesaba el desenvolvimiento de la política nacional e internacional.
Estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Guayaquil. Al graduarse, se le otorgó el Premio Contenta, que es el máximo galardón que otorga el alma mater porteña para los más destacados graduandos en las diferentes carreras universitarias. Posteriormente, hizo estudios de posgrado y especialización en cardiología en universidades de Norteamérica. Su padre fue el artista y escultor Alfredo Palacio Celi (el Chavalillo). Su obra consagratoria es el gran monumento a Eloy Alfaro, ubicado en la avenida de las Américas de Guayaquil. Él heredó la afición por las artes; no solo escribió libros científicos relacionados con la cardiología, sino también su obra plástica. Exhibía en sus consultorios sus obras, entre ellas un óleo de Simón Bolívar pintado por él. En el gobierno del arquitecto Sixto Durán Ballén, desempeñó el cargo de ministro de Salud Pública.
Durante una conversación privada, me informó que el coronel Lucio Gutiérrez lo visitó en su consultorio al inicio de su campaña política para proponerle que fuera su compañero de fórmula. El Dr. Palacio no lo conocía y se excusó cortésmente. El coronel le insistió por tercera vez y, ante tanta insistencia, aceptó con la condición de que, en caso de ganar las elecciones, le permitiera manejar el frente social del Gobierno. Contra todo pronóstico, el coronel triunfó en las elecciones, pero incumplió el compromiso y más bien lo marginó de toda actividad, por lo cual el vicepresidente se reintegró a su consultorio profesional.
Transcurrieron los meses hasta que se dio la revuelta de los “forajidos”, grupo insurgente que se organizó a raíz de que Gutiérrez regresara de EE. UU. y declarara que él sería el mejor aliado de EE. UU. Al poco tiempo, Gutiérrez se vio obligado a dejar el mando, fugando vergonzosamente del país, lo cual posibilitó que el Dr. Palacio asumiera la Presidencia de la República.
Uno de los hechos que vale mencionar fue su oposición a la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, a pesar de las presiones que soportó.
El Dr. Palacio profesó un amor especial por Manabí, a tal punto que permaneció en Manta un buen tiempo dirigiendo el hospital CardioCentro.
Este gran ecuatoriano falleció en la ciudad de Guayaquil a la edad de 83 años, dejando un legado a la ciencia y su calidad de estadista, humanista y servidor de los pobres que acudían en busca de salud.