El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) aprobó en junio la producción y venta de carne de pollo cultivada en laboratorio por parte de las empresas Upside Foods y Good Meat, lo que convierte al país en el segundo del mundo, después de Singapur, en autorizar este tipo de productos. La decisión representa un paso clave hacia la comercialización masiva de carne cultivada, con el objetivo de llevarla a supermercados y restaurantes.
Carne cultivada: una nueva forma de producir proteína animal
La carne cultivada, también conocida como carne sintética o carne de laboratorio, se produce a partir de células animales extraídas mediante biopsias u otros métodos no letales. Estas células se colocan en biorreactores con nutrientes para que se multipliquen y formen tejido muscular comestible, replicando el producto final sin necesidad de criar ni sacrificar animales.
Según David Kaplan, director del Centro de Agricultura Celular de la Universidad de Tufts, el proceso se asemeja más a la “fabricación de cerveza” por su escala industrial que a la imagen tradicional de laboratorios con placas de Petri. Por su parte, Claire Bomkamp, científica del Good Food Institute, asegura que es “lo mismo que la carne tradicional, pero eliminando al animal de la ecuación”.
Más de 150 empresas en todo el mundo trabajan actualmente en el desarrollo de carne cultivada, con una inversión global que superó los 896 millones de dólares en 2022.
Producción a gran escala y desafíos tecnológicos
La industria busca mejorar la eficiencia del proceso mediante el uso de células madre o células “inmortalizadas”, capaces de replicarse indefinidamente sin recurrir a nuevos animales. Estas tecnologías podrían permitir producir carne en cantidades masivas y sin los costos medioambientales y éticos de la ganadería convencional.
Sin embargo, la textura y el costo siguen siendo retos importantes. Si bien el sabor y el olor son similares a los de la carne convencional, los fabricantes aún trabajan en perfeccionar la sensación en boca. Además, producir carne de laboratorio sigue siendo considerablemente más caro: la carne de vacuno cultivada puede costar hasta ocho veces más que su equivalente tradicional, aunque los precios han disminuido significativamente desde los primeros prototipos.
Kaplan señala que el mayor reto actual es escalar la producción para abastecer tanto a restaurantes como a supermercados: “Nadie ha llevado antes esta tecnología biológica a estas escalas”, afirmó.
Impacto ambiental y potencial para transformar la industria alimentaria
El desarrollo de carne cultivada responde, en parte, a las preocupaciones sobre el impacto ambiental y ético de la ganadería industrial. Se estima que cada año se sacrifican en el mundo 70 mil millones de animales terrestres para consumo humano, una cifra que incluye unos 300 millones de reses y una gran mayoría de pollos.
La ganadería también consume grandes cantidades de recursos: en Estados Unidos, el 67% de los cultivos anuales se destina a alimentar ganado, no personas. Además, el sector es responsable del 15% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según datos internacionales, señala una publicación de National Geographic.
La carne cultivada podría reducir significativamente estas emisiones, además de minimizar el uso de antibióticos y ofrecer composiciones más saludables, por ejemplo, con grasas ajustadas.
Cuestionamientos éticos, religiosos y medioambientales
Pese a los beneficios teóricos, la carne cultivada también enfrenta críticas. Algunos expertos advierten sobre su alta demanda energética, lo que podría generar una huella de carbono hasta cinco veces superior a la del pollo tradicional, como señaló el investigador Marco Springmann, de la Universidad de Oxford.
También existen debates en torno a su estatus dentro de dietas religiosas como el halal o kosher, y objeciones éticas por parte de ciertos grupos veganos, que rechazan cualquier producto derivado de animales, aunque no implique su sacrificio. Por otro lado, aunque la carne cultivada se produce sin matar animales, aún requiere una fuente celular animal inicial, lo que genera controversia sobre su carácter verdaderamente ético o sustentable.
Próximos pasos: comercialización limitada y expansión futura
Ambas empresas autorizadas, Upside Foods y Good Meat, han iniciado acuerdos con restaurantes en EE.UU. para introducir sus productos al público en entornos controlados. El objetivo a mediano plazo es ampliar la producción y distribuir carne cultivada en supermercados, permitiendo que más personas tengan acceso a esta nueva forma de proteína.
Bomkamp cree que la aceptación pública aumentará con el tiempo, especialmente cuando los consumidores comprueben que “al final del día, sigue siendo pollo”. Aunque la industria enfrenta obstáculos técnicos, económicos y sociales, el paso dado por Estados Unidos representa un avance significativo hacia una transformación estructural en la forma en que se produce y consume carne en el mundo. (10).