Un estudio dirigido por el Instituto de Ecología y Geografía de Xinjiang, en la Academia China de Ciencias, ha revelado que el aumento de la cobertura vegetal global desde 1982 se asocia, en muchas regiones, a una reducción preocupante de la humedad del suelo, según se detalla en un artículo publicado en Communications Earth & Environment.
Una paradoja global: más cobertura vegetal, menos agua en el suelo
La investigación, liderada por el profesor Chen Yaning, se basó en datos recopilados entre 1982 y 2100, integrando observaciones satelitales, conjuntos de datos de reanálisis y 12 modelos del sistema terrestre. El objetivo fue analizar la relación causal entre la dinámica de la vegetación y los cambios en la humedad del suelo a escala global.
Los resultados muestran que el 65,82 % de las áreas vegetadas del planeta han experimentado un fenómeno de reverdecimiento, es decir, un crecimiento sostenido de la cobertura vegetal. Sin embargo, casi la mitad de esas zonas también mostraron una tendencia significativa a la desecación, especialmente en áreas áridas o semiáridas.
Esta combinación de aumento de vegetación con disminución de humedad del suelo se ha denominado patrón reverdecimiento-secado, una situación descrita como “sorprendente y preocupante” por los autores del estudio.
Regiones más afectadas y excepciones positivas
Las áreas más afectadas por esta tendencia negativa incluyen África Central, Asia Central, el este de Australia y diversas zonas de Europa de latitudes medias y altas, donde la expansión vegetal ha coincidido con un descenso continuo de la humedad del suelo.
En contraste, se identificaron algunas regiones donde el crecimiento de vegetación sí se acompaña de un aumento en el contenido hídrico del suelo. Estos patrones reverdecimiento-humectación se observaron principalmente en partes de América del Norte, la península India y el sur del Sahel africano.
Liu Yongchang, primer autor del estudio, explicó que “el reverdecimiento no siempre beneficia a los recursos hídricos. En regiones con escasez de agua, un mayor crecimiento de la vegetación puede intensificar la transpiración y agravar la sequedad del suelo“.
Implicaciones para la gestión del agua y el territorio
Este fenómeno implica un reto para la sostenibilidad ambiental, especialmente en zonas vulnerables al cambio climático. El estudio sugiere que, aunque la expansión vegetal pueda parecer un indicador positivo, no garantiza una mejora en la disponibilidad de recursos hídricos.
Por ello, los autores destacan la necesidad de que los proyectos de restauración ecológica y reforestación tengan en cuenta la disponibilidad hídrica en cada territorio. Un reverdecimiento no planificado podría agravar problemas de escasez de agua, afectando a la agricultura, la biodiversidad y la gestión del suelo.
El estudio también proporciona información crítica para las políticas de seguridad hídrica, al demostrar que los efectos del reverdecimiento no son homogéneos y pueden variar significativamente según la región.
Proyecciones hasta 2100 y necesidad de planificación integrada
Al incluir modelos climáticos proyectados hasta finales del siglo XXI, los investigadores advierten que si no se toman medidas, muchas regiones actualmente verdes podrían enfrentarse a una degradación acelerada del suelo por falta de humedad. Este riesgo es mayor bajo escenarios de calentamiento global sin control, con temperaturas más altas que intensifican la transpiración vegetal y reducen la infiltración de agua.
El equipo de investigación propone una planificación integrada del uso del suelo y los recursos hídricos, que combine objetivos de captura de carbono, control de erosión y mantenimiento de la humedad del suelo. Asimismo, destacan la importancia de sistemas de monitoreo satelital y modelos predictivos para tomar decisiones basadas en datos.
Más cobertura vegetal no siempre significa más sostenible
Este estudio revela una realidad compleja: mientras el mundo celebra el aumento de cobertura vegetal en muchas regiones, una parte significativa de ese reverdecimiento está ocurriendo a costa de la reserva hídrica del suelo, especialmente en zonas frágiles. Los investigadores instan a que las estrategias de restauración ecológica incorporen criterios hidrológicos, para evitar consecuencias no deseadas en la salud de los ecosistemas y la seguridad hídrica global.