El distrito Nueva Prosperina de Guayaquil tiene 370 mil habitantes, más que ciudades manabitas como Portoviejo, Manta o incluso el triple que Chone.
Este lugar lo conforman siete zonas: Monte Sinaí, Flor de Bastión, Paraíso de la Flor, Nuevo Guayaquil, El Fortín, Nueva Prosperina y Socio Vivienda. Este último lugar se ha convertido en el epicentro de la violencia del país.
Un equipo de El Diario hizo un recorrido la tarde del miércoles 26 de marzo de 2025, escoltado por militares.
Socio Vivienda tiene cuatro etapas. La primera fue inaugurada en 2010 por el entonces presidente Rafael Correa. Las demás por sus sucesores Lenín Moreno, Guillermo Lasso y Daniel Noboa. Los cuatro mandatarios han pasado por este reducto ofreciendo obras.
El 4 de febrero anterior, Noboa visitó las 668 viviendas entregadas en la fase 3. Y un año antes, el 26 de marzo de 2024, él estuvo en un operativo policial, allí mismo.
Nada, sin embargo, ha detenido el incremento delictivo. Del 1 de enero al 4 de marzo de 2024, según la Policía, hubo 27 muertes violentas en el distrito Nueva Prosperina. En ese mismo periodo de este año la cifra llega a 171, un incremento del 533%. Durán, por ejemplo, registra, en las mismas fechas de este año, 148 muertes violentas.
A Socio Vivienda no se entra sin resguardo policial o militar
Por el peligro y la falta de garantías, la prensa está imposibilitada de ingresar sola, sin resguardo policial o militar.
A Socio Vivienda se llega por la Perimetral que bordea Guayaquil. La misma ruta que conduce al puerto marítimo, a la vía a la Costa, incluso a la Escuela Politécnica del Litoral (Espol), al Colegio Alemán o barrios de clase alta como Los Olivos o Los Ceibos.
Fue en este mismo lugar, en Socio Vivienda 2, donde el pasado 6 de marzo, a plena luz del día, 22 personas fueron acribilladas, la peor masacre registrada en Ecuador. No todas tenían antecedentes delictivos. Uno de ellos, incluso, era un joven con una discapacidad que estaba sentado en la vereda de su casa, de acuerdo al parte policial.
Encuentran más cadáveres tras la masacre
Desde la trágica masacre , nueve cadáveres, muchos de ellos desmembrados, han sido descubiertos en Socio Vivienda. Los últimos cuatro cuerpos fueron encontrados el lunes 24 de marzo, profundizando la crisis de violencia en la región.
Aquí el Estado no existe. La Unidad de Policía Comunitaria está abandonada hace 14 meses. Los dos centros de salud públicos han cerrado también sus puertas. Incluso, tras la masacre, los moradores cumplen un toque de queda: nadie sale después de las 19h00 por disposición de Los Tiguerones, el grupo narcoterrorista que domina la zona.
“Ya no podemos vivir aquí, es imposible”, repite María Quiñónez Chávez, de 33 años y madre de cuatro niños. Lo recalca como letanía mientras empaca. Se irá este fin de semana a Esmeraldas, con su familia. “No puedo conciliar el sueño; todas las noches hay balaceras. Yo saqué a los niños del colegio porque ya los estaban reclutando las mafias”.
La violencia criminal ha provocado un éxodo masivo
Ella no es la única. La violencia ha provocado un éxodo sin parangón en Ecuador. El Comité Permanente de Derechos Humanos registra ya 300 personas que, tras la masacre reciente, han dejado Socio Vivienda 2, el sector de mayor peligrosidad.
Ese desplazamiento masivo lo confirma el Movimiento de Barrios en Lucha y la Batucada Popular, que calculan que el 60% de las familias de Socio Vivienda 2 ha dejado sus hogares. Hay cuadras enteras, con 80 viviendas cada una, donde no queda nadie.
Son barrios atrapados en las disputas territoriales de bandas, particularmente por dos facciones de Los Tiguerones: Fénix e Igualitos. El asesinato de un líder de los Fénix, el 4 de marzo, desató la escalada de violencia en Socio Vivienda 2, establece un informe policial.
Socio Vivienda, bastión de Los Tiguerones
Los Tiguerones fueron formados por William Joffre Alcívar Bautista, alias “Negro Willy”, en 2010. Él era guía penitenciario en Guayaquil y comenzó a ingresar contrabando a la Penitenciaría, donde estaba el líder de Los Choneros, Jorge Luis Zambrano, alias “Rasquiña” o “JL”.
Nació, entonces, como una facción carcelaria de Los Choneros. Hoy, Los Tiguerones, con fuerte presencia en Guayaquil y Esmeraldas, está entre los grupos criminales más peligrosos e influyentes del país, y un eslabón clave en el tráfico transnacional de coca.
Según InsightCrime, tras separarse de Los Choneros, Los Tiguerones han construido una temible reputación como uno de los grupos criminales más violentos de Ecuador. Además, establecieron un extenso portafolio criminal: microtráfico de drogas, extorsión, robo, y la provisión de servicios para organizaciones de tráfico de drogas transnacionales.
El conflicto interno entre las facciones de Los Tiguerones se originó tras la captura en octubre de 2024 de su máximo líder, alias “Negro Willy”, en España. Willy, quien creció en Socio Vivienda, sembró las semillas de la fractura de Los Tiguerones en Guayaquil antes de su captura, luego de “iniciar una purga de soplones y renegados dentro del grupo”, según la Policía.
El fracaso de un proyecto ecológico
Eran los tiempos del correísmo. En 2010, la ex Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades) declaró como prioridad del gobierno el proyecto Guayaquil Ecológico: rescatar 10 kilómetros del Estero Salado y construir un malecón. El desafío mayor consistía en desalojar las invasiones de las riberas.
Así nació Socio Vivienda, cuyos pobladores venían del Suburbio y la Isla Trinitaria, al sur de la ciudad. Fueron enviados al otro extremo, al norte. Quince años después, es un proyecto fracasado, apunta el sociólogo Gaitán Villavicencio.
El proyecto habitacional del Miduvi no tuvo un acompañamiento social. “Antes, en las zonas de donde los pobladores fueron desalojados, se vivían los mismos problemas. Pero cuando todos fueron agrupados en un mismo lugar, los problemas se profundizaron. Hay niños que crecen viendo violencia, dentro y fuera de su casa, como balaceras y asesinatos. Sus dibujos son de violencia y sangre”, dice Martha Espinosa, psicóloga.
Antes del desplazamiento que hoy padece el sector, los grupos criminales desalojaban a los habitantes para usar esas viviendas como centros de operaciones.
Allen Panchana.